Antes de poner fin a su mandato, el presidente Trump retornó a la dictadura cubana a la lista de paises patrocinadores del terrorismo. Demoró 4 años en tomar esta decisión y apenas faltando unos días para su salida de la Casa Blanca, lleva al gobierno comunista a compartir tal distinción con Corea del Norte, Siria e Irán.
El régimen castrense fue sacado de la lista, en una operación de última hora por el presidente Obama en 2015. Estas jugadas son un traspiés para el gobierno entrante que verá limitada su agilidad en relaciones exteriores.
Cuba no será una prioridad inmediata en el gobierno de Biden. El presidente se enfocará en cuestiones de política doméstica. Se debe esperar que el régimen esté en la lista como mínimo un año, con las sanciones que esto supone.
Esta movida de Trump le pone a Biden en bandeja la posibilidad de ganar simpatías en la comunidad cubana en el sur de la Florida. El presidente entrante podría apalancarse en esta medida para propiciar el ingreso de los solicitantes de asilo que se encuentran en México y reactivar el programa de reunificación familiar.
La comunidad cubana en su mayoría apoya las sanciones contra la dictadura. Es responsabilidad del gobierno de Estados Unidos que las sanciones sean quirúrgicas y no afecten al cubano oprimido. La administración Trump destinó esfuerzos a frenar el poder económico de las empresas militares y lega una línea sólida que podría seguir Biden durante su primer mandato.
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