Un video publicado por el periodista Mario J. Pentón muestra una escena alarmante: una rata trepando tranquilamente sobre material estéril en el hospital "Gustavo Aldereguía Lima" de Cienfuegos.
La imagen, que ha generado una ola de indignación en redes sociales, expone no solo la grave crisis sanitaria en esta institución, sino un patrón de abandono y deterioro generalizado en el sistema de salud cubano.
Lo ocurrido en el hospital cienfueguero no es un hecho aislado. Tras la difusión del video, múltiples testimonios comenzaron a aflorar en redes sociales, denunciando situaciones similares en otros centros médicos del país.
Una usuaria relató que en el hospital pediátrico "Juan Manuel Márquez" de La Habana, las ratas "andan como si fueran gatos" por los pisos de respiratorio, suben a las cunas y a las mesas sin mostrar el menor temor.
Estos testimonios coinciden con una realidad que el Estado intenta ocultar: hospitales con techos derrumbados, baños sin agua ni higiene, falta de insumos básicos y presencia constante de vectores como ratas, cucarachas y mosquitos. Los ciudadanos denuncian que en muchos hospitales “entras con un problema y sales con tres peores”, aludiendo al riesgo de infecciones por condiciones insalubres.
La situación es especialmente crítica en salas de pediatría, terapia intensiva y quirófanos, donde la presencia de roedores o insectos compromete directamente la seguridad del paciente. Incluso trabajadores del sector salud, bajo anonimato, han admitido que los protocolos de esterilización no se pueden cumplir por falta de recursos, electricidad o agua corriente.
Cuba, que durante décadas exportó médicos como símbolo de su “potencia médica”, hoy enfrenta un colapso estructural. Las prioridades del régimen, enfocado en propaganda externa, han dejado a la población sin acceso digno a la salud. Mientras tanto, médicos mal pagados y agotados intentan hacer milagros en condiciones deplorables.
El caso de la rata en el hospital de Cienfuegos se ha vuelto viral porque resume en una sola imagen la decadencia de un sistema que ya no puede sostener su narrativa oficial. Pero detrás del video hay vidas en riesgo, familias desesperadas y una nación clamando por dignidad.
Es momento de dejar de normalizar lo inaceptable. La salud pública en Cuba necesita más que reformas: requiere una reconstrucción total, desde la infraestructura hasta el modelo político que ha permitido este desastre humanitario.