La dictadura cubana confirmó la promoción de Oscar Pérez-Oliva Fraga al cargo de viceprimer ministro de la República de Cuba, manteniendo además su puesto como ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera (MINCEX).
A sus 54 años, Pérez-Oliva Fraga se convierte así en uno de los rostros más visibles de la continuidad del poder castrista, en un movimiento que refuerza la idea de que en Cuba el control político y económico sigue siendo hereditario: la dinastía continúa.
Ingeniero electrónico de formación, Pérez-Oliva Fraga ha desarrollado su carrera “desde la base” dentro del sistema empresarial estatal, pasando por cargos estratégicos como director general de Maquimport, director de Evaluación de Negocios en la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZED Mariel), y posteriormente viceministro y viceministro primero del MINCEX antes de ser nombrado ministro en mayo de 2024.
Su trayectoria técnica, no obstante, está indisolublemente ligada a su origen familiar: es nieto de Angelita Castro, hermana de Fidel y Raúl Castro y sobrino de José Antonio Fraga Castro, exdirector de LABIOFAM. Esta relación directa con la familia fundadora del régimen ha sido, según expertos, un factor determinante en su ascenso.
La carrera de Pérez-Oliva Fraga ha estado marcada por su vinculación con la estructura económica militarizada del país. Durante su paso por la ZED Mariel trabajó bajo la supervisión de Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, fallecido en 2022, y cabeza del conglomerado militar GAESA, entidad que controla sectores clave como el turismo, el comercio exterior y las principales inversiones estatales en divisas.
Esto lo coloca en la línea directa de un entramado económico históricamente dominado por la cúpula castrista, donde la lealtad familiar y política pesa más que la eficiencia administrativa o los resultados técnicos.
El nombramiento llega en medio de una crisis económica que afecta todos los ámbitos de la vida nacional: desabastecimiento, inflación, apagones y emigración masiva. Pese a ello, el ascenso de Pérez-Oliva Fraga refleja que el régimen prioriza la fidelidad y el control sobre el mérito y la eficacia, consolidando la idea de que los puestos estratégicos se heredan más que se ganan.
La ZED Mariel, proyecto estrella de apertura económica, no ha logrado atraer la inversión extranjera esperada, pero el régimen insiste en mantener a Pérez-Oliva Fraga en el timón, mostrando que la continuidad del poder familiar es más importante que los resultados.
Su promoción también evidencia que, después de más de seis décadas de castrismo, los descendientes de la familia siguen ocupando posiciones clave en el Estado. Bajo el control del Partido Comunista y de la élite militar y empresarial heredera de los Castro, el poder en Cuba sigue siendo una cuestión de sangre y lealtad al sistema.
Mientras la población enfrenta una crisis sin precedentes, el ascenso de Pérez-Oliva Fraga simboliza que la dinastía continúa, reafirmando la permanencia de la familia en los lugares donde circula el poder real: las decisiones políticas, el control de la economía y la dirección estratégica del país.
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