Una mujer tailandesa que lleva más de 30 años en Estados Unidos podría ser deportada luego de ser detenida por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en Alaska a principios de agosto, a pesar de estar en proceso de regularizar su estatus migratorio.
Se trata de Atcharee Buntow, de 42 años, quien llegó al país desde Tailandia cuando apenas tenía 11 años. Durante este tiempo construyó su vida en Estados Unidos, donde formó una familia, trabajó y crió a sus hijos. Sin embargo, ahora enfrenta la posibilidad de ser enviada a un país al que no ha regresado en más de tres décadas.
De acuerdo con el registro de detenidos de ICE, Buntow fue trasladada al Centro de Detención del Noroeste, en el estado de Washington. Su familia, que ha iniciado una campaña en GoFundMe para cubrir los gastos legales, asegura que la detención ocurrió mientras ella realizaba un recado para su madre en Fairbanks, Alaska. Según relataron, agentes federales la sacaron de su automóvil y no le permitieron contactar de inmediato ni a un abogado ni a su familia.
El caso ha generado preocupación en la comunidad local, donde residentes y vecinos han organizado manifestaciones en apoyo a su liberación. Para muchos, su historia refleja el endurecimiento de la política migratoria estadounidense y la incertidumbre de quienes, tras décadas de residencia, aún enfrentan riesgos de deportación.
La familia de Buntow explicó que ella estaba en proceso de solicitar la tarjeta verde, pero su caso se complicó debido a una condena de 2015, cuando se declaró culpable de haber reclamado falsamente la ciudadanía estadounidense en formularios vinculados al Fondo Permanente de Alaska. Aunque cumplió su sentencia, esa marca en su historial migratorio ha pesado en su trámite actual.
“Sentí como si me estuvieran secuestrando”, dijo Buntow en declaraciones telefónicas al Fairbanks Daily News-Miner. “No sabía qué estaba pasando. No se identificaron hasta que me esposaron y me subieron a la camioneta. No me dejaron llamar a mi madre ni a mi abogado hasta que llegué al centro correccional”.
La situación ocurre en un contexto en el que la Casa Blanca ha reforzado la vigilancia sobre inmigrantes con antecedentes legales, incluso en casos en los que llevan décadas residiendo en Estados Unidos. Organizaciones de derechos migratorios advierten que este tipo de medidas afectan no solo a los detenidos, sino también a sus familias, muchas veces integradas por ciudadanos estadounidenses.
Los hijos de Buntow, cinco de ellos nacidos en el país, han alzado la voz para pedir que no sea deportada. “Ella va a esperar. Esperar a que un juez decida si puede quedarse en el país que ha sido su hogar desde que era niña, o si la enviarán a un lugar donde ya no tiene vida”, expresó su hija Jailah Sims en la campaña en línea.
De momento, no está claro cuáles serán los siguientes pasos en el caso. La familia teme que pueda ser deportada en las próximas semanas a Tailandia, donde prácticamente no tiene vínculos desde su infancia.
Fuente: Newsweek
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