El domingo 24 de agosto de 2025, la Fuerza Aérea de Israel llevó a cabo un ataque aéreo contra varias instalaciones de los terroristas hutíes en Yemen, en respuesta al lanzamiento de un misil que alcanzó el viernes 22 de agosto la ciudad de Tel Aviv. Este ataque marcó un hito alarmante: los hutíes emplearon por primera vez un misil equipado con una ojiva de racimo, un tipo de munición prohibida internacionalmente debido a su capacidad de afectar indiscriminadamente áreas extensas y causar víctimas civiles.
El misil impactó en la localidad de Ginaton, provocando daños leves en una vivienda habitada por una mujer de 85 años, quien logró refugiarse a tiempo en el búnker de su casa y resultó ilesa.
La gravedad del incidente radica en la naturaleza de la ojiva utilizada. Las bombas de racimo están diseñadas para fragmentarse antes del impacto, dispersando múltiples submuniciones explosivas que afectan un área amplia y dejando muchas de ellas sin detonar, lo que representa un peligro prolongado incluso después del ataque.
Israel ha identificado que los hutíes, respaldados por Irán, han lanzado desde marzo de 2025 un total de 71 misiles balísticos y al menos 23 drones contra territorio israelí. La relación de apoyo de Irán se extiende también a otros grupos armados de la región, incluyendo a Hezbolá en Líbano y Hamás en Gaza. La coordinación de estos ataques con financiación y dirección iraní pone en evidencia un patrón de amenazas regionales que Israel ha venido enfrentando durante los últimos años.
La operación del domingo en Yemen es la decimoquinta acción directa de Israel contra objetivos hutíes, ubicados a unos 1.800 kilómetros de distancia. Los ataques destruyeron un palacio presidencial, centrales eléctricas de Adar y Hizaz, y un almacén de combustible utilizado por el grupo para operaciones terroristas.
El primer ministro Benjamin Netanyahu, el ministro de Defensa Israel Katz y el jefe del Estado Mayor Eyal Zamir supervisaron la operación desde Tel Aviv. Dos líderes hutíes perdieron la vida durante los ataques.
El Ejército israelí subrayó que los hutíes emplean infraestructuras civiles y militares para sus ataques, lo que refleja la utilización de áreas civiles como escudos para lanzar misiles y drones.
Además, Israel denunció que estas acciones representan un riesgo para las rutas marítimas globales, reforzando la preocupación internacional sobre la seguridad regional.
La comunidad internacional, mediante la Convención sobre Municiones de Racimo de 2008, prohíbe este tipo de munición debido a su efecto indiscriminado y a la amenaza que supone incluso tras el conflicto.
En este contexto, la respuesta de Israel busca no solo neutralizar la capacidad ofensiva de los hutíes, sino también enviar un mensaje claro sobre la intolerancia hacia el uso de armas prohibidas y el respaldo de actores externos en la región.
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