Mientras miles de cubanos viven entre el apagón y el hambre, el Gobierno de Pedro Sánchez autorizó la venta de 24 toneladas de municiones al régimen de La Habana. Sí, el mismo desgobierno que encarcela a jóvenes por protestar, que censura la prensa y que usa la represión como método de gobierno.
Según documentos del Ministerio de Defensa, España exportó a Cuba proyectiles por más de 81 mil euros en julio de 2025, y a la vez envió “armas de guerra” a Marruecos. Todo esto mientras el Ejecutivo mantenía un veto de exportación a Israel por razones humanitarias.
La pregunta es inevitable: ¿De qué lado está Pedro Sánchez? ¿Del pueblo cubano que sufre la represión o del régimen que dispara contra él?
Las críticas no se han hecho esperar. Desde la oposición y diversos sectores internacionales, se acusa al Gobierno español de doble moral en su política exterior, al mantener un discurso de derechos humanos mientras sostiene económicamente a dictaduras.
Además, esta operación ocurre en un momento en que la OTAN presiona a España para aumentar su inversión en defensa. En lugar de reforzar su compromiso con aliados tradicionales como Estados Unidos, Sánchez parece apostar por negocios con regímenes autoritarios, debilitando la imagen de España en el plano internacional.
No es la primera vez. Entre 2018 y 2019, Cuba ya había comprado más de dos millones de euros en material de defensa español, incluyendo armas ligeras y equipos de uso policial. En plena pandemia de 2020, el régimen volvió a comprar armamento por más de un millón de euros.
Paradójicamente, en 2022 la propia Junta Interministerial de Comercio de Material de Defensa había denegado la venta de gases lacrimógenos a Cuba, precisamente por violar derechos humanos. ¿Qué cambió desde entonces?
Este nuevo acuerdo deja en evidencia una política exterior que se mueve entre la conveniencia y la contradicción.
Mientras Sánchez habla de libertad y democracia en foros internacionales, firma permisos para abastecer a quienes encarcelan y callan a su propio pueblo.
Vender armas al castrismo no es diplomacia, es complicidad. Y cada bala enviada desde España a Cuba es un golpe más contra quienes siguen soñando con ser libres.
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