Tras días de lluvias intensas, Santiago de Cuba experimenta un respiro en medio de la prolongada sequía que ha afectado a la región oriental del país. El embalse Charco Mono, uno de los más golpeados por la falta de precipitaciones, logró un aumento sorprendente en su nivel de agua: en apenas 24 horas pasó del volumen muerto a alcanzar un 55.1 % de su capacidad. Este incremento refleja la acumulación de 10.6 millones de metros cúbicos en la última jornada, con un total de 18.8 millones en los últimos dos días, según informó la Empresa de Aprovechamiento Hidráulico.
Otros embalses de la provincia también han mostrado mejoras significativas. La presa Protesta de Baraguá alcanzó un impresionante 99.8 % de llenado, mientras que "Carlos Manuel de Céspedes" llegó al 65.7 % y Chalons al 46 %. Embalses como Mícara, Joturo, Hatillo y La Majagua superan el 50 % de capacidad.
Sin embargo, la recuperación no ha sido uniforme: Gota Blanca, Parada y Gilbert continúan con niveles críticos, por debajo del 20 %, evidenciando que la escasez de agua aún preocupa a las autoridades y a la población.
La situación meteorológica reciente ha estado marcada por fuertes núcleos convectivos asociados a la depresión tropical nueve, que provocaron acumulados de lluvia extraordinarios en la región oriental: 494 milímetros en Haitibonico (Guantánamo), 340 mm en La Campana y 257 mm en La Gran Piedra en apenas 48 horas.
Estas precipitaciones intensas provocaron inundaciones, crecidas de ríos y deslizamientos de tierra, especialmente en áreas bajas y montañosas. El meteorólogo Raydel Ruisánchez y el Instituto de Meteorología de Cuba mantienen actualizados los avisos, destacando la compleja situación hidrológica que persiste en la provincia.
A pesar de la mejora en algunos embalses, la crisis hídrica ha dejado huellas profundas en la vida cotidiana de los santiagueros. Durante meses, miles de familias han tenido que depender de camiones cisterna o soportar ciclos de distribución de agua que, en ocasiones, superan los 30 días. La infraestructura envejecida, combinada con fallos en la energía y la gestión ineficiente, ha complicado el abastecimiento regular.
El alivio momentáneo que representan estas lluvias es crucial para la región, pero las autoridades enfrentan el reto de garantizar un suministro sostenido de agua mientras los embalses menos favorecidos continúan en niveles críticos. La situación demuestra que, aunque la naturaleza puede traer soluciones rápidas, los problemas estructurales requieren planificación y acción sostenida.
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