En Cuba, las promesas oficiales duran lo mismo que una chispa en medio del apagón. Este viernes, en el barrio El Transformador de Baire, municipio Contramaestre, las autoridades del Partido Comunista aseguraron ante los vecinos que el doctor Erlis Sierra, pediatra y padre de dos niños, no sufriría ninguna represalia por haber participado en el reciente cacerolazo.
El secretario del PCC, Yoendrys Oconor Reyes, y el vicegobernador Waldis González Peinado, hablaron de “escuchar al pueblo” y “respetar las opiniones”.
Pero apenas cayó la noche, el discurso cambió. Cerca de las 11 p.m., el propio doctor Sierra recibió una llamada que lo obligaba a presentarse este sábado en la Estación Policial de Contramaestre, con la advertencia de que si no acudía, podría ser acusado.
Así opera el régimen: con una sonrisa frente a las cámaras y con amenazas cuando creen que nadie los ve. Lo que ocurrió en Baire es una muestra más de cómo las autoridades intentan apagar el descontento con promesas vacías mientras reprimen en silencio a los que se atreven a alzar la voz.
El doctor Erlis Sierra no es un criminal. Es un médico, un padre y un cubano cansado de la mentira. Hoy se convierte en símbolo de un pueblo que ya perdió el miedo.
Del perfil de Yosmany Mayeta
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