El caso de Daisy Link, una mujer de 30 años oriunda de Homestead, Florida, ha acaparado la atención internacional por una historia tan insólita como perturbadora: quedó embarazada en prisión sin contacto físico alguno con otro ser humano, mientras esperaba juicio por el asesinato de su esposo.
Link fue declarada culpable de asesinato en segundo grado por la muerte de Pedro Jiménez, su pareja durante nueve años y padre de dos de sus hijos, ocurrida en junio de 2022. Los fiscales argumentaron que actuó por rabia y resentimiento tras una discusión doméstica. Su defensa, en cambio, insistió en que se trató de un acto de legítima defensa luego de años de abusos físicos y psicológicos.
Sin embargo, más allá del crimen y el juicio, fue su embarazo dentro de la cárcel Turner Guilford Knight (TGK), en el condado de Miami-Dade, lo que convirtió su nombre en noticia mundial. La historia parecía imposible: una mujer recluida, incomunicada, bajo estrictas medidas de vigilancia… y aun así, embarazada.
De acuerdo con la investigación, el padre del bebé es Joan Depaz, otro recluso también acusado de asesinato, alojado en otro piso del mismo penal. Ambos iniciaron una relación hablando a través del sistema de ventilación, desde donde desarrollaron una conexión que terminaría desafiando toda lógica.
Los reportes judiciales revelaron que Depaz enviaba semen envuelto en papel plástico a través de una cuerda improvisada, fabricada con sábanas, etiquetas de comida, bolígrafos y cuerda del colchón. Daisy, desde su celda, usaba un aplicador de tratamiento vaginal para inseminarse. El proceso, repetido durante semanas, resultó exitoso: en diciembre de 2023, Link informó a los guardias que creía estar embarazada.
En una llamada telefónica posterior, confesó a su madre que planeaba “demandar a la cárcel y salir libre”, una idea que su progenitora calificó de absurda. A pesar de la incredulidad general, el embarazo fue confirmado oficialmente, generando una ola de críticas sobre las fallas en la seguridad penitenciaria y los vacíos en los protocolos de control en las prisiones del condado.
El bebé nació el 19 de junio de 2024 en el Hospital Jackson Memorial de Miami. Actualmente, la niña está bajo el cuidado de la madre de Depaz, mientras sus padres continúan encarcelados y solo pueden verla por videollamada.
Aunque el embarazo no fue discutido en el juicio por asesinato, su historia se ha convertido en símbolo del caos y la vulnerabilidad del sistema penitenciario estadounidense, donde incluso bajo máxima seguridad pueden ocurrir hechos impensables.
El jueves, un jurado declaró a Link culpable de asesinato en segundo grado. El veredicto llegó tras apenas dos horas de deliberación. Si bien la defensa argumentó que actuó para protegerse de un esposo violento, el jurado no aceptó la tesis de la legítima defensa.
El caso de Daisy Link deja un interrogante moral y legal: ¿cómo puede una cárcel permitir un embarazo sin contacto físico y, al mismo tiempo, garantizar justicia y seguridad? Su historia, mezcla de tragedia, ingenio y controversia, seguirá siendo una de las más extraordinarias —y perturbadoras— en la historia reciente del sistema penal estadounidense.