El director y diseñador hispanocubano James A. Castillo se sumerge en el universo más oscuro de Francisco de Goya con la película de animación El fantasma de la Quinta, una obra que aborda la relación entre el arte, la muerte y la locura desde una perspectiva profundamente humana y poética.
En entrevista con EFE, publicada por La Conexión USA, Castillo explicó que la idea surgió de su deseo de llevar la animación hacia el territorio del terror psicológico, un género poco explorado en este formato, y de su inquietud por reflexionar sobre “la mortalidad y el arte”.
“Goya reunía todos los temas que quería tratar: la historia de España, la muerte, el arte, su crítica a la Iglesia y la Inquisición”, expresó el realizador, recordando que desde niño lo impactó el cuadro Saturno devorando a su hijo, una de las imágenes más estremecedoras de la historia del arte.
La película, presentada en el Festival de Sitges (España), retrata a un Goya anciano y enfermo, viudo y sordo, refugiado en la Quinta del Sordo en 1819. Allí, mientras busca paz en su retiro, el pintor se enfrenta a sus propios demonios y visiones, que terminarán plasmadas en las célebres Pinturas negras que decoraron las paredes de su casa.
Castillo decidió contar la historia desde la perspectiva de la finca, convertida en un narrador omnisciente que observa con una mezcla de compasión, horror y fascinación el deterioro físico y emocional del artista.
“Quise centrarme en Francisco, el hombre detrás del genio”, explicó el director, quien busca despojar a Goya de su pátina histórica para mostrarlo como un ser vulnerable, atrapado entre la soledad, la enfermedad y sus obsesiones más profundas.
En el proceso creativo, Castillo trabajó junto al guionista Julio Serrano, quien ayudó a construir la atmósfera emocional del relato. La falta de información detallada sobre los últimos años de Goya —marcados por la muerte de su esposa, Josefa Bayeu, y de su amigo Martín Zapater— permitió a ambos recrear libremente ese periodo, manteniendo el respeto por el contexto histórico.
El cineasta recordó que las Pinturas negras permanecieron ocultas durante sesenta años, y que el propio Goya murió sin saber que algún día serían vistas. Esa reflexión sobre la creación artística como un acto íntimo y silencioso, destinado quizá a no ser comprendido, recorre toda la película.
Con El fantasma de la Quinta, James A. Castillo —formado entre La Habana, España y el Reino Unido— consolida su lugar en el panorama internacional de la animación autoral. Su obra reinterpreta a Goya desde una sensibilidad contemporánea, en la que el lenguaje animado se transforma en un medio para explorar los límites entre el arte, la locura y la memoria.
La película no solo rinde homenaje al genio español, sino que también rescata su humanidad más frágil, devolviendo emoción y vida a uno de los capítulos más oscuros y fascinantes de la historia del arte universal.
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