Entre Fort Lauderdale y Miami, a pocos minutos de las autopistas y los rascacielos, existe un lugar donde el tiempo parece fluir más despacio. Dania Beach, fundada en 1904, conserva el encanto de una Florida anterior al brillo y la velocidad de las grandes urbes, y es reconocida como la capital de las antigüedades del sur.
Mientras en Miami las grúas no descansan y los edificios se elevan cada mes, en Dania Beach los tesoros del pasado siguen respirando. A lo largo de la US-1, cerca de Dania Beach Boulevard, se alinean tiendas que parecen cápsulas del tiempo: muebles centenarios, lámparas de araña, joyas, relojes y retratos que guardan historias de otras épocas.
La revista Southern Living, en un reportaje reciente firmado por Skye Sherman, la describe como “una joya escondida, incluso para los lugareños”, un refugio costero con alma propia. Según la publicación, Dania Beach ganó su título en los años 40, cuando el cultivo de tomates —su principal industria— perdió fuerza y los comerciantes comenzaron a llenar los locales con objetos antiguos.
Hoy, ese legado se mantiene vivo en lugares emblemáticos como Akiba Antiques, Lone Ranger Antiques o Kodner Galleries, donde coleccionistas y curiosos se pierden entre vitrinas y reliquias. Muchos de estos negocios funcionan en edificios históricos, como el primer cine del condado de Broward, con fachadas Art Déco o de estilo Renacimiento Mediterráneo que acentúan el aire nostálgico de la ciudad.
Pero Dania Beach no vive solo del pasado. A pocos minutos de las tiendas vintage, el muelle de pesca y el Parque Estatal Dr. Von D. Mizell-Eula Johnson ofrecen una conexión directa con la naturaleza. Allí, el ruido del tráfico da paso al murmullo del mar y a una Florida más auténtica, donde el paisaje y la calma invitan a detenerse.
La ciudad también se saborea. El clásico Jaxson’s Ice Cream Parlor & Restaurant, abierto desde 1956, conserva el espíritu de los comedores estadounidenses de mediados del siglo XX. Con sus luces de neón, juguetes retro y enormes copas de helado, el lugar transporta a otra época.
“Te sientes como si hubieras viajado en el tiempo”, comentó una vecina citada por Southern Living, mientras recordaba su helado favorito: el praliné de nuez pecana.
Más reciente, pero igualmente popular, el Lucky Fish, con sus cabañas tiki frente al mar, se ha convertido en punto de encuentro de locales y viajeros que llegan desde el aeropuerto de Fort Lauderdale o el puerto de cruceros. Entre música caribeña, cócteles y brisa marina, el lugar huele a “sal, ron y libertad”.
Para muchos cubanos del sur de Florida, acostumbrados al vértigo y el ruido de Miami, Dania Beach representa un paréntesis improbable: un pedazo de historia que se niega a desaparecer. Sus calles todavía conservan la calidez de los vecindarios antiguos, donde la conversación en la puerta y el saludo al pasar son parte del paisaje.
En un sur de Florida cada vez más moderno y acelerado, Dania Beach resiste con alma propia, recordando que el pasado también puede ser un refugio.
Cubano causa revuelo en la Plaza Roja: “Soy rey de varios países y quiero ver a Putin”
Hace 23 horas
'Agente falsa” estafa a decenas de cubanoamericanos con supuestos viajes a La Habana
Hace 51 minutos