En medio de la preparación para los carnavales de 2025, una realidad dolorosa golpea a miles de familias en Cuba: la necesidad de cargar agua de lluvia como única forma de sobrevivir.
Lo que antes se hacía como diversión o juego de niños, hoy se ha convertido en un acto desesperado y cotidiano. En las calles se ven cubos, tanques y recipientes improvisados bajo los aguaceros, porque la red de suministro estatal apenas cumple con su función más básica: llevar agua a los hogares.
Las voces ciudadanas lo describen con crudeza. Una mujer en Cayo Granma confiesa que llevan más de dos meses sin recibir agua corriente. Otros señalan que en barrios como 10 de Octubre pasaron seis días enteros sin una gota en las tuberías. “Que tenga que llover para tener agua, eso demuestra el retroceso en el que vivimos”, escribió otra cubana indignada.
“Es un genocidio lo que tiene el gobierno cubano con su pueblo, que ni agua puede sustentar”, denunció Mailin Sánchez en redes, sumándose a quienes consideran que la crisis es responsabilidad directa de un sistema incapaz de garantizar derechos básicos.
Otros usuarios, como Mariela Reina, expresan con tristeza que “lo que antes era diversión, ahora es necesidad”, reflejando cómo la precariedad ha transformado la vida cotidiana en un reto constante.
“Cuba no está callada, Cuba está amordazada”, escribió otra internauta, recordando que la resignación visible no significa silencio voluntario, sino miedo y falta de alternativas. Los comentarios se repiten en distintas provincias: la resignación de muchos, la rabia de otros y, en medio, la creatividad para resistir recogiendo agua como único recurso disponible.
Lo más impactante es la normalización de la miseria. “El pueblo aceptó todo, creyendo las mentiras de un hombre enfermo”, escribió Sony Orozco, señalando cómo el deterioro se ha sostenido durante décadas.
Para algunos, incluso, el agua de lluvia es “mejor que la de presa”, resignándose a encontrar ventajas en una situación forzada.
“Sin corriente, sin comida, sin medicinas, sin, sin, sin nada”, resumió una cubana, pintando con esas palabras la fotografía exacta de un país agotado por la escasez. La población se prepara para celebrar carnavales, pero detrás de cada sonrisa está la carga de cubos llenos de agua de lluvia, el símbolo más real y amargo de la Cuba de hoy.
Fuente: Saúl Manuel
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