La situación epidemiológica en Cuba se deteriora a gran velocidad, impulsada por condiciones higiénico-sanitarias críticas. La acumulación de basura, los salideros de aguas albañales, la falta de fumigación y los apagones prolongados han creado un escenario perfecto para la proliferación de mosquitos y jejenes, vectores de enfermedades como el dengue, chikungunya, zika y oropouche.
El aumento de contagios afecta a numerosas provincias del país, mientras los hospitales —ya sin recursos, personal ni medicamentos— se encuentran al borde del colapso.
En Banes, Holguín, los residentes reportan apagones de más de 24 horas en medio de la emergencia sanitaria, lo que complica aún más la atención médica. El activista William Tamayo, desde el policlínico César Fornés Fruto, describió una situación alarmante: “Aquí tengo al muchacho que ya se me estaba recuperando un poquito... Los virus andando. Hay tuberculosis, hay dengue, oropouche. Los hospitales colapsados, sin atención ninguna, porque no hay recursos para atender a nadie”.
Desde Santos Suárez, en La Habana, la activista Dunia Medina relató un panorama similar: “Hay muchas personas infectadas, manzanas completas. Yo misma, en estos momentos, lo estoy pasando, junto con mi esposo. La situación es muy crítica”.
Medina señaló que la escasez de medicinas básicas como paracetamol o duralgina agrava los síntomas de las virosis, y que la falta de una alimentación adecuada impide la recuperación de los enfermos.
“¿Cómo me van a decir que tome caldo de pata de gallina o de carnero si no hay alimentos? Lo primero que el ser humano necesita es una base de alimentación para poder contrarrestar estas enfermedades”, subrayó.
En Velazco, Holguín, el doctor Eduardo Cardet advirtió que los centros de salud carecen de los recursos de laboratorio y seguimiento necesarios para diagnosticar y tratar los virus “de manera enérgica y eficaz”.
“Se han visto casos de chikungunya con trastornos neurológicos, encefalitis, meningoencefalitis, incluso síndrome de Guillain-Barré. El dengue también deteriora el sistema inmunológico, dejando a las personas vulnerables a otras enfermedades”, explicó el galeno.
La ausencia de una respuesta oficial clara y la escasa información pública han obligado a muchos cubanos a recurrir a la automedicación, guiándose únicamente por sus síntomas o por consejos informales.
La falta de control epidemiológico, la carencia de productos para fumigación y la crisis estructural del sistema de salud muestran que Cuba atraviesa una emergencia sanitaria de gran escala.
Más allá de las cifras, el panorama evidencia un país donde la enfermedad avanza más rápido que la respuesta institucional, dejando a médicos y pacientes a su suerte en medio de una crisis que exige medidas inmediatas, recursos urgentes y transparencia informativa.
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