La publicación de Saúl Manuel sobre lo ocurrido en la Terminal de Cienfuegos encendió las redes sociales en las últimas horas. Según su denuncia, siendo el primero en la cola no pudo sentarse, pues personas que pagaban 100 CUP lograban acceso inmediato gracias a arreglos con los jefes de grupo.
El caso, compartido con la etiqueta “Cuba sálvate”, generó una ola de comentarios de cubanos que aseguran que este tipo de corrupción es práctica común en todo el país.
Wilhems Concepción Bejerano afirmó que la situación “pasa en todas las terminales”, describiendo un sistema en el que trabajadores, inspectores y hasta policías participan en los arreglos.
Martha VC resumió la experiencia como “una odisea”, mientras que otros como Andra Liranza calificaron a los llamados “despedidores” de descarados que han actuado de esta manera por décadas.
“Esto es un verdadero bandolerismo”, escribió Lourdes M. Guindo, mientras que Caridad Rodríguez relató que en rutas interprovinciales las tarifas de soborno pueden alcanzar los 2.000 pesos, un precio impagable para la mayoría de los ciudadanos.
La indignación se multiplica en comentarios que señalan que, mientras algunos se enriquecen con estas prácticas, son siempre los más vulnerables quienes quedan de pie, incluso en condiciones extremas, como denunció Yadisca Juana Lara, madre de un niño con yeso en el brazo que tampoco pudo acceder a un asiento.
“Estamos loma abajo y sin freno, a nadie le importa nada”, expresó Marisol Egues, reflejando el sentimiento generalizado de frustración y desesperanza. Otros como Joan Var apuntaron a la raíz del problema, señalando que si la corrupción comienza en la cúpula, no se puede esperar otra cosa en el resto de las estructuras.
La mayoría de los comentarios coincidieron en que este no es un fenómeno aislado de Cienfuegos, sino una práctica extendida en todas las terminales del país. “Siempre ha existido”, afirmó Quintana Sonia, recordando que antes los pagos eran de 5 pesos y ahora se han multiplicado.
"El testimonio colectivo muestra un sistema deteriorado en el que la corrupción del transporte refleja una crisis mucho más profunda: la pérdida de confianza, la desesperanza y el desgaste de un pueblo obligado a sobrevivir en medio de abusos normalizados".
La Terminal de Cienfuegos se convierte así en un espejo de la realidad cubana: una vida marcada por la necesidad, el oportunismo y la falta de soluciones efectivas.
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