La muerte prematura de reclutas del Servicio Militar Obligatorio, las que se conocen y las que no, se ha hecho común en la sociedad cubana. Un Servicio Militar IMPUESTO desde su creación aunque determinados personajes concurran a foros internacionales a mentir descaradamente en relación con la NO OBLIGATORIEDAD del Servicio Militar.
En este caso, la muerte de Annier González, hijo de Alfredo González, ha vuelto a salir a la palestra ante la negativa de la Fiscalía Militar en reconocer responsabilidad alguna sobre el suicidio del muchacho. Annier era un joven lleno de sueños que, como miles de cubanos, fue llamado a cumplir el SMO. Durante su corta estadía en el servicio, Annier perdió la vida en circunstancias que su familia considera sospechosas y prevenibles. Según testimonios familiares, las condiciones en las que estaba trabajando eran inadecuadas y peligrosas y hubo una clara falta de supervisión y protocolos de seguridad.
A partir de esa muerte, su desesperado padre inició una feroz lucha por hacerle justicia. Alfredo presentó su solicitud a la Fiscalía Militar con objetivos claros: exigir una investigación exhaustiva sobre qué pasó realmente con Annier, incluyendo las condiciones de trabajo, el equipamiento proporcionado y la supervisión existente.
Exige la responsabilidad de unos superiores que garanticen que otros jóvenes no enfrenten la misma situación: Alfredo ha abogado por una revisión completa de las políticas de seguridad en las unidades del SMO y por una mayor transparencia en la supervisión de los reclutas.
A pesar de la formalidad de la solicitud de Alfredo, las respuestas de la Fiscalía Militar han sido evasivas. La familia de Annier denuncia que no se les ha proporcionado información clara sobre el avance de la investigación ni sobre las medidas tomadas contra los responsables. La falta de transparencia y la lentitud del proceso judicial han generado frustración en Alfredo, quien ha continuado denunciando públicamente la indiferencia de las autoridades.
También ha señalado que en estos momentos amenaza con salir con carteles para la calle demandando JUSTICIA.
La lucha de Alfredo resuena con las historias de otros padres que han perdido a sus hijos en el SMO y han enfrentado obstáculos similares en su búsqueda de justicia. En muchos casos, las familias se sienten intimidadas por las autoridades militares y prefieren guardar silencio para evitar represalias.
El Servicio Militar Obligatorio (SMO) en Cuba ha sido señalado en numerosas ocasiones como una institución que pone en riesgo la vida de los jóvenes reclutas, especialmente aquellos provenientes de familias humildes y sin influencia. A lo largo de los años, se han reportado múltiples fallecimientos: Annier, Nesky y Titico son nombres que resuenan entre las familias cubanas como ejemplos de la precariedad y el peligro que enfrentan los reclutas en el SMO. Sus muertes, ocurridas en situaciones que pudieron haberse evitado, han generado un profundo dolor y una creciente indignación entre sus seres queridos.
¡Y ni qué decir de los niños bomberos de Matanzas! Todos esperando hacer su año obligado para tomar carreras universitarias; todos con sueños, todos con futuro. A esos jóvenes reclutas los enviaron, sin preparación alguna, a enfrentar el monstruo que constituía el devastador incendio en la Base de Super tanqueros de Matanzas en agosto de 2022. Sin la preparación ni los recursos adecuados, estos adolescentes fueron enviados prácticamente a una muerte segura, convirtiéndose en símbolo de cómo el sistema utiliza a los más jóvenes como "carne de cañón".
La lista de víctimas es extensa: Yunier Hernández, de 19 años, falleció durante un ejercicio de entrenamiento por deshidratación severa bajo condiciones extremas, Mario Lázaro Pérez, muerto en un accidente al manipular un armamento defectuoso sin la supervisión adecuada, Carlos Miguel Torres, que sufrió abusos por parte de oficiales superiores, resultando en lesiones mortales, Luis Ángel Batista, muerto por el colapso de una infraestructura en mal estado durante su servicio en una unidad militar.
Por años, las familias de estos jóvenes han alzado la voz en redes sociales y a través de denuncias públicas, a pesar del temor a represalias por parte de las autoridades. Muchas reclaman que sus hijos fueron enviados a cumplir un servicio que no respetó sus derechos fundamentales, expuestos a riesgos innecesarios y, en algunos casos, obligados a realizar tareas ajenas a su entrenamiento militar.
Ninguno de los muchachos muertos en el SMO es hijo de "mamá y papá", la mayoría de los cuales viven una plácida vida repleta de prebendas y muchos, en el extranjero.
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