Lo que para el gobierno es “un problema de recursos”, para los vecinos del Cerro fue una oportunidad: un bache eterno en plena calle Santa Teresa, cerca del Hospital Pediátrico del Cerro, se ha convertido en un huerto urbano improvisado.
Allí, donde antes solo había polvo, agua estancada y promesas rotas, hoy crecen plantas comestibles y hasta un espantapájaros artesanal cuida del sembrado, como si de un campo del Cauto se tratara.
“Si no nos tapan el hueco, lo sembramos”, dijo uno de los vecinos, mientras mostraba orgulloso su mata de plátano que ya asoma entre el pavimento roto. Y así fue.
El ingenio popular volvió a florecer literalmente en el corazón de La Habana.
Lejos de resignarse al abandono, los residentes del Cerro decidieron transformar la frustración en cultivo y la ironía en cosecha.
Lo que comenzó como una broma (“¡Ese bache está tan grande que podríamos sembrar!”), terminó siendo un símbolo de la inventiva cubana.
Ahora el hueco, custodiado por un espantapájaros hecho con ropa vieja, se ha convertido en atracción local.
Algunos vecinos lo llaman “el agromachete del barrio”, otros, con más sorna, “el organopónico del poder popular”.
Este pequeño huerto urbano resume la realidad de Cuba: un país con tierra fértil y manos dispuestas, pero con un Estado ausente.
Mientras las carreteras se hunden y los alimentos escasean, los ciudadanos con humor, sarcasmo y necesidad siguen encontrando maneras de sobrevivir.
El bache del Cerro es, a su manera, una protesta verde, un recordatorio de que incluso en el abandono, el cubano encuentra la forma de reír… y de sembrar esperanza.
Cubano con trastornos mentales detenido en Plaza Roja tras intentar reunirse con Putin
Hace 18 horas
Cientos de miles protestan en EE.UU. bajo el lema “No Kings” contra políticas de Trump
Hace 18 horas
Orishas regresa a los escenarios con un concierto en Barcelona tras seis años de ausencia
Hace 1 día