Un grave incidente ocurrió en la madrugada de este domingo en La Habana, cuando un ómnibus del transporte urbano fue blanco de un ataque vandálico que generó alarma entre los pasajeros.
Según la Empresa Provincial de Transporte de La Habana, individuos desconocidos lanzaron piedras contra el vehículo, rompiendo una ventanilla y poniendo en riesgo la seguridad de quienes viajaban en su interior.
El hecho tuvo lugar a las 00:55 horas en la avenida Boyeros, cerca de la concretera y la Ciudad Deportiva. El ómnibus afectado, con número 5252, cubría la ruta P12, que conecta la Terminal Santiago de Las Vegas con distintos puntos de la ciudad. Inmediatamente después del ataque, la empresa notificó a la policía, formalizando la denuncia para que se investigue el caso.
“Este tipo de hechos son repudiables y conspiran contra la mejora de la calidad de vida de nuestro pueblo y nuestros servicios, por lo tanto, los condenamos enérgicamente”, afirmó la entidad en un comunicado publicado en su perfil oficial de Facebook.
La declaración subraya la gravedad del incidente y la necesidad de garantizar la seguridad tanto de pasajeros como de trabajadores del transporte.
Los ataques contra el transporte público en La Habana se han vuelto recurrentes en los últimos meses. En incidentes anteriores, microbuses han sido apedreados provocando pánico entre los ocupantes y daños considerables a los vehículos. Además, se han registrado amenazas directas a choferes, incluyendo agresiones con cuchillo mientras cumplían con su jornada laboral.
La situación refleja un deterioro creciente del respeto hacia quienes operan el sistema de transporte estatal y evidencia un patrón más amplio de inseguridad urbana. No solo el transporte ha sido afectado: en los últimos meses, una relojería en La Habana sufrió vandalismo cuando desconocidos rompieron su vitrina, y radiobases de ETECSA en Santiago de Cuba fueron saboteadas por segunda vez en el año, interrumpiendo servicios de comunicación en varios sectores.
El clima de tensión también se ha extendido a espacios públicos y religiosos. En Santiago de Cuba, se registraron tres ataques contra iglesias en solo tres meses, evidenciando un patrón preocupante de acciones hostiles hacia instalaciones estatales y comunitarias.
Autoridades locales sugieren a la población colaborar denunciando cualquier comportamiento sospechoso, con el objetivo de identificar a los responsables y reducir la frecuencia de estos incidentes, sugerencia totalmente ineficaz.
Estos ataques no solo representan un riesgo físico para los pasajeros y trabajadores, sino que también agravan la crisis del transporte en La Habana. La escasez de vehículos obliga a los ciudadanos a esperar durante horas, y los actos vandálicos generan un clima de miedo e incertidumbre que afecta la vida cotidiana de la población.
Hay un hecho cierto y es el peligro en las calles, contra el cual la ineficiencia de la policía es palpable. La violencia se apodera de las calles y el pueblo está desprotegido.
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