Estados Unidos ha puesto en pausa la emisión de visas de trabajo para camioneros extranjeros, generando alarma en la industria del transporte y reavivando el debate sobre inmigración en el país.
La decisión afecta principalmente a las visas H-2B, destinadas a trabajadores temporales, E-2 para inversionistas extranjeros y EB-3, que cubre a trabajadores calificados de distintos sectores.
No obstante, las visas B-1, utilizadas por transportistas de México y Canadá, quedan fuera de la suspensión, lo que garantiza que las operaciones fronterizas no se vean interrumpidas de inmediato.
El trasfondo de esta medida se relaciona con un incidente reciente en Florida, donde un conductor extranjero indocumentado provocó un accidente fatal que terminó con la vida de tres personas.
Este suceso no solo generó un fuerte debate sobre seguridad vial, sino que también llevó al gobierno a justificar la suspensión como parte de un plan más amplio para reforzar la seguridad en carretera.
Desde junio, los camioneros comerciales deben demostrar un dominio suficiente del inglés, un requisito que se enmarca en la misma estrategia de regulación y control del sector.
Las reacciones ante la medida han sido disímiles. Asociaciones de camioneros independientes han celebrado la suspensión, argumentando que la escasez de choferes es un mito y que las empresas buscan aprovechar el trabajo extranjero solo para reducir costos.
Expertos en inmigración como Jeff Joseph, presidente de la American Immigration Lawyers Association, advierten que esta decisión podría estar motivada por intereses políticos y generar miedo entre los trabajadores extranjeros, más que abordar un problema real de seguridad.
Aunque las cifras involucradas son relativamente pequeñas —solo unos miles de visas frente a los 3.5 millones de camioneros que operan en Estados Unidos—, el efecto podría sentirse rápidamente.
Se prevén mayores retrasos logísticos, incremento de costos operativos y presión adicional sobre cadenas de suministro que aún se encuentran frágiles tras la pandemia.
Esto plantea un dilema central: ¿se trata de una medida genuina de seguridad vial o de una herramienta política para reforzar la narrativa antimigratoria en un contexto electoral?
La suspensión de visas para camioneros extranjeros no solo afecta a trabajadores y empresas, sino que también evidencia la compleja relación entre migración, política y economía en Estados Unidos.
Mientras la industria busca adaptarse, los ojos de expertos, legisladores y ciudadanos permanecen atentos a cómo evolucionará esta política y cuáles serán sus repercusiones en el transporte, la logística y el empleo.
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