La noticia corrió como pólvora en redes sociales y grupos comunitarios: la Unión Cuba Petróleo (CUPET) confirmó que se detuvo la venta de gas licuado en Santiago de Cuba porque el inventario se agotó por completo.
El comunicado no incluyó una fecha precisa para la reposición, lo que ha encendido las alarmas entre las familias que dependen de este combustible para cocinar a diario.
El gas licuado es uno de los recursos más utilizados en los hogares cubanos, especialmente en las provincias orientales, donde los apagones eléctricos son prolongados y las alternativas, prácticamente nulas.
Con esta suspensión, miles de familias se ven obligadas a recurrir al carbón o la leña, prácticas que, además de ser incómodas, agravan la difícil situación social y medioambiental en el país.
“Cree en Dios y vive en Cuba para que veas cosas. Hay puntos que solo cogieron dos vueltas y no se cubrieron la totalidad de los clientes”, declaró una santiaguera indignada, reflejando el sentir generalizado de frustración y preocupación.
La escasez de gas no es nueva, pero la falta total de inventario marca un punto crítico dentro de la crisis energética nacional. En provincias como Las Tunas ya se ha advertido que las reservas actuales podrían agotarse en cuestión de días, lo que hace prever un escenario igualmente delicado.
Mientras CUPET ofreció disculpas e informó que mantendrá a la población actualizada mediante sus canales oficiales, la incertidumbre persiste. Los pequeños negocios, cafeterías y servicios comunitarios que dependen del gas para funcionar también enfrentan riesgos de paralización, lo que golpea directamente a la economía doméstica y a la vida cotidiana de miles de cubanos.
Las familias esperan con urgencia la reposición del servicio, mientras la realidad las obliga a improvisar soluciones temporales en un contexto donde los apagones y la escasez de combustible son ya parte de la rutina diaria.
La crisis del gas refleja problemas más profundos en la economía cubana, marcada por su dependencia de las importaciones y por un escenario internacional complejo. En lo inmediato, la población solo pide certezas: saber cuándo volverá el suministro. Hasta entonces, la preocupación y el malestar seguirán creciendo en las calles de Santiago de Cuba y más allá.
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