El crecimiento de la economía de EE UU se aceleró más de lo previsto en el segundo trimestre, lo que demuestra que la demanda está resistiendo el lastre de unos costes de endeudamiento más elevados. El producto interior bruto (PIB) aumentó a una tasa anualizada del 2,8%, tras subir un 1,4% en el periodo anterior, según la estimación inicial del Gobierno. El principal motor de crecimiento de la economía, el gasto personal, aumentó un 2,3%, también por encima de las previsiones. La lectura del PIB ofrece una nueva muestra de la resistencia de la economía a la continuada subida de los tipos de interés y puede influir en la decisión de la Reserva Federal (Fed) de acometer una primera rebaja en septiembre, dado que no se espera ningún movimiento en su reunión de la próxima semana. Esta primera lectura del PIB, no obstante, será sometida a dos revisiones.
Según el informe difundido este jueves por la Oficina de Análisis Económico (BEA, en sus siglas inglesas), el gasto de los consumidores se vio impulsado sobre todo por el repunte en la compra de bienes como automóviles y mobiliario. El avance fue más moderado desde el punto de vista del gasto en servicios, siempre en comparación con el primer trimestre.
Con respecto al arranque del año, entre abril y junio el gasto público contribuyó más al PIB, impulsado por el gasto en defensa. La inversión inmobiliaria, en cambio, restó crecimiento por primera vez en un año. El motivo es que los elevados tipos hipotecarios frenaron la venta de casas y las nuevas construcciones.
La inversión empresarial, por su parte, creció al ritmo más rápido en casi un año, liderada por el mayor avance en bienes de equipo desde principios de 2022. Un informe separado muestra que los pedidos realizados a fábricas estadounidenses para equipos empresariales, excluyendo aeronaves y defensa, aumentaron en junio al máximo desde principios del año pasado. Es una señal de que este gasto seguirá contribuyendo al crecimiento en los próximos meses.
“Nos vemos en septiembre”, sintetiza el analista Neil Dutta, de Renaissance Macro Research, en declaraciones recogidas por Bloomberg. “Los datos de hoy reforzarán la idea de que la Reserva Federal tiene la ventaja del tiempo. En opinión de la Fed, no hay necesidad de precipitarse, ya que la demanda interna privada ha crecido a un ritmo sólido durante el segundo trimestre. Julio sigue siendo una reunión de preparación”. El precio oficial del dinero está desde julio del año pasado en el rango del 5,25%-5,5%, su máximo en 23 años, y todo apunta, según los expertos, a que no se moverá la próxima semana.
La BEA ha publicado también este jueves una lectura de la inflación subyacente (que excluye el precio de la energía y la alimentación por ser más volátiles). Este indicador se situó en un 2,9%, menos que en el primer trimestre, pero aún por encima de las previsiones. Uno de los objetivos de los bancos centrales es situar la inflación en torno al 2%, el umbral que se considera sano para favorecer el crecimiento económico sin castigar a los consumidores, y la subyacente se toma como referencia de la tendencia que seguirá la inflación general a corto o medio plazo.
Aunque el ritmo de crecimiento económico ha repuntado con respecto al primer trimestre, las cifras siguen representando una moderación con respecto al año pasado. El gasto de los consumidores y la actividad económica en general se han enfriado bajo el peso de unos tipos de interés elevados. Pero eso, al mismo tiempo, está ayudando a controlar gradualmente la inflación, que el mes pasado fue del 3%.
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