La invasión de Ucrania por parte de Rusia en 2022 ha reconfigurado por completo la seguridad en Europa, llevando a varios países a reintroducir o reforzar el servicio militar entre sus jóvenes. Frente a un panorama geopolítico cada vez más inestable, gobiernos del Viejo Continente han decidido que preparar a la población para la defensa nacional ya no es una opción secundaria, sino una prioridad estratégica.
Actualmente, el servicio militar es obligatorio en diez países de la Unión Europea: Austria, Finlandia, Suecia, Dinamarca, Grecia, Chipre, Croacia —que reinstaurará la conscripción en 2026— y los tres Estados bálticos. En estos países, los jóvenes aptos son llamados a filas por ciclos de reclutamiento, o mediante sorteo en naciones como Dinamarca, Letonia y Lituania. Otros, como Suecia y Noruega, combinan criterios de motivación, educación e interés en la selección de reclutas.
El norte y este de Europa, por su proximidad a Rusia, lideran esta tendencia. Estonia, Finlandia y Dinamarca nunca abolieron la mili, mientras que Suecia y Lituania la reintrodujeron tras la anexión de Crimea en 2014, y Letonia lo hizo en 2023. Austria, Grecia y Chipre también mantuvieron la obligatoriedad histórica. Suiza, fuera de la UE y de la OTAN, sigue un esquema similar.
El fenómeno no se limita a países con tradición militar forzosa. Alemania, Bélgica y Francia, que habían eliminado la conscripción entre 1995 y 2011, lanzan ahora programas de servicio voluntario y remunerado. Bélgica comenzó a enviar invitaciones a jóvenes de 17 años para alistarse con un sueldo mensual de 2.000 euros a partir de 2026. Alemania ofrecerá 2.600 euros brutos a los reclutas voluntarios, mientras Francia planea acoger a 10.000 jóvenes durante diez meses a partir del verano de 2026.
El caso de Croacia es un ejemplo del retorno de la obligatoriedad. Tras abolir la mili en 2008, el Parlamento aprobó en octubre de este año un servicio de dos meses, con las primeras llamadas a filas programadas para enero.
El regreso de la mili refleja la percepción generalizada de que Europa enfrenta una amenaza directa de Rusia, y que depender únicamente de ejércitos profesionales podría dejar a los Estados vulnerables frente a conflictos de gran escala. La combinación de obligatoriedad y programas voluntarios busca equilibrar la preparación de reservas, la integración de los jóvenes y la eficiencia operativa.
Mientras tanto, los debates políticos y sociales sobre la mili vuelven a estar en el centro de la agenda. En muchos países, los ciudadanos jóvenes, que crecieron en décadas de paz relativa, se enfrentan a la posibilidad de ser llamados a filas, ya sea por obligación o por incentivos financieros. La medida no solo busca reforzar la seguridad nacional, sino también enviar un mensaje claro a Moscú: Europa no subestima los riesgos y se prepara para defender su soberanía.
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