Cuba atraviesa una nueva crisis que afecta a sus principales aeropuertos internacionales en La Habana y Varadero, debido a la escasez de combustible de aviación JET-A1. Esta situación, confirmada por la Empresa Cubana de Aeropuertos y Servicios Aeroportuarios (ECASA), podría alterar significativamente los vuelos internacionales entre el 1 y el 8 de diciembre, e incluso extenderse "hasta nuevo aviso".
El comunicado oficial, firmado por José Ramón Hernández, director de Operaciones de ECASA, ha generado incertidumbre tanto entre operadores turísticos como entre viajeros, especialmente los procedentes de Rusia y Canadá, principales mercados emisores de turistas a la isla.
La Embajada de Rusia en Cuba reaccionó rápidamente al anuncio y emitió un mensaje en sus redes sociales instando a los turistas rusos en el país a mantenerse en contacto constante con sus operadores turísticos para recibir actualizaciones sobre posibles cambios en sus itinerarios. "Es posible que se deban ajustar los horarios de vuelo de aerolíneas entre Rusia y Cuba", informó el Ministerio de Exteriores ruso, destacando que el problema afecta a todas las aerolíneas sin excepción.
Mientras tanto, trabajadores del Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana confirmaron que algunos vuelos ya han sido cancelados, aunque se mantiene limitada la disponibilidad de combustible para ciertas operaciones. “Estamos esperando una contraorden, porque parece que lo van a resolver pronto”, señaló una empleada del aeropuerto, asegurando que algunos aviones pudieron ser abastecidos.
El panorama se enmarca en una crisis energética más amplia que afecta a toda Cuba, con recurrentes apagones y una marcada insuficiencia de combustibles en diferentes sectores económicos. Apenas en octubre, un apagón generalizado impactó al Aeropuerto Internacional de La Habana y dejó al país en una situación de incertidumbre.
Aunque no se ha detallado qué vuelos específicos podrían verse afectados, la falta de combustible amenaza con provocar retrasos, reprogramaciones o incluso cancelaciones masivas. Esto pone en riesgo no solo a los viajeros internacionales, sino también a la ya golpeada industria turística cubana, que depende de manera crítica de la conectividad aérea.
La situación actual pone en evidencia la fragilidad de la infraestructura energética y logística de la isla, reflejando una crisis que parece lejos de resolverse. Los próximos días serán cruciales para determinar el impacto real en el flujo de pasajeros y en las operaciones aéreas, mientras las autoridades intentan mitigar el daño en medio de un panorama de gran incertidumbre.
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