El gobierno de Venezuela ha enviado más de 300 toneladas de suministros a Cuba ante los daños provocados por los dos huracanes, Oscar y Rafael, que han azotado el país. En declaraciones desde el puerto de La Guaira, Yván Gil, ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, subrayó que esta acción responde a una instrucción del presidente Nicolás Maduro, y que los suministros han sido recolectados por el pueblo venezolano como un “mensaje de solidaridad” hacia Cuba.
Podría señalarse que estos "actos de ayuda" están diseñados para consolidar el apoyo mutuo entre dos regímenes que enfrentan críticas internas y externas por sus políticas y situaciones económicas y habría que cuestionar si realmente esa ayuda proviene de un pueblo, cuyos mejores hijos han partido al exilio por la escasez de alimentos y medicinas, en medio de una gigantesca crisis económica de uno de los países que, antes del chavismo, era rico y próspero por su enorme producción de crudos.
Los envíos incluyen materiales de construcción y productos de atención primaria para "ayudar a paliar la crisis generada por los huracanes". Ojalá y toda esa ayuda sea destinada al obstinado pueblo y no desviado hacia el turismo u otras prioridades de la dictadura.
El diplomático enfatizó que "la hermandad y la solidaridad seguirán siendo los principios que unen a Venezuela y Cuba, destacando que ambos países son socios en la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP)", como para reir si la situación no fuera desastrosa. Palabrería barata que caracteriza a ambos regímenes.
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