La prensa oficialista cubana ha destacado en los últimos días el apoyo de Rusia en la recuperación del Sistema Eléctrico Nacional (SEN), en un contexto donde la crisis energética sigue afectando a la población con frecuentes apagones y deficiencias en la generación.
Uno de los proyectos más relevantes en esta cooperación es la modernización de tres unidades de generación térmica de 100 megawatts (MW) y la instalación de un nuevo bloque de 200 MW en la Central Termoeléctrica (CTE) Ernesto Guevara de la Serna, en Santa Cruz del Norte, provincia de Mayabeque. Estas obras serán financiadas a través de un crédito ruso, lo que reafirma la creciente dependencia del régimen cubano hacia su aliado euroasiático.
El embajador de Rusia en Cuba, Víktor Koronelli, subrayó la importancia estratégica de estos proyectos durante una visita a Mayabeque, donde recorrió la zona de Boca de Jaruco, un enclave clave para la extracción de petróleo en la isla. En esta área, operan siete pozos que producen más de 1,600 toneladas de crudo al mes mediante un sistema de inyección de vapor, lo que supone una fuente fundamental para la generación energética local.
El respaldo ruso no se limita únicamente a la infraestructura eléctrica. En los últimos meses, Moscú ha concedido a Cuba un crédito de 60 millones de dólares para la compra de combustibles, además de otros dos millones destinados a la adquisición de piezas y componentes para el mantenimiento del sistema eléctrico. Asimismo, ha enviado kits de reparación para equipos esenciales, en un intento por aliviar la crisis energética que afecta a la isla.
A pesar de la propaganda oficial que resalta este apoyo, la realidad del SEN sigue siendo precaria. Las constantes fallas en las termoeléctricas, el envejecimiento de la infraestructura y la incapacidad del gobierno para garantizar un suministro estable mantienen a la población en una situación de incertidumbre. Mientras tanto, la dependencia de créditos externos y el compromiso con Rusia como principal socio en materia energética evidencian la fragilidad del modelo económico cubano y su falta de soluciones internas sostenibles.
En un contexto donde los apagones se han convertido en una rutina diaria y la población reclama respuestas concretas, la alianza con Rusia se presenta como un salvavidas para el régimen, aunque a costa de una mayor subordinación política y económica. Queda por ver si estas inversiones lograrán una mejora real en el sistema eléctrico o si serán solo un paliativo temporal en una crisis que parece no tener fin.
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