Carlos Aldana Escalante, exmiembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba y figura clave en la estructura ideológica del régimen durante los años 80, falleció este miércoles en La Habana a los 82 años. Su deceso ocurrió tras un mes de hospitalización debido a complicaciones derivadas de una neumonía, un derrame cerebral y un padecimiento avanzado de Parkinson.
Aldana había sufrido una caída en su domicilio que le ocasionó un trauma cerebral, complicando aún más su estado de salud. Durante su hospitalización, fue sometido a una cirugía para facilitar su alimentación, según informó el escritor Norberto Fuentes desde Miami.
En su momento, Aldana llegó a ser considerado la tercera figura más importante del régimen, acumulando poder como jefe de los departamentos de Ideología, Educación y Cultura, y Relaciones Internacionales del Comité Central del Partido Comunista. Contó con el respaldo de Raúl y Fidel Castro, destacándose en momentos críticos de confrontación ideológica tanto dentro como fuera de Cuba.
Entre sus contribuciones internacionales, Aldana tuvo un rol destacado en las negociaciones multilaterales que llevaron a la retirada de tropas cubanas de Angola y a la independencia de Namibia en 1990. Sin embargo, en el plano interno, su influencia fue más controvertida. Intentó disolver el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), imponer restricciones al periodismo y limitar las expresiones críticas de artistas e intelectuales.
Uno de los episodios más polémicos de su carrera ocurrió en 1987, cuando organizó un encuentro entre estudiantes de Periodismo de la Universidad de La Habana y Fidel Castro. Las críticas planteadas por algunos estudiantes durante la reunión enfurecieron a Castro, lo que derivó en purgas dentro de la Facultad de Periodismo bajo las directivas de Aldana.
Pese a su ascenso meteórico, Aldana cayó en desgracia en 1992. Fue destituido de sus cargos y expulsado del Partido Comunista, acusado de “graves defectos en el desempeño del cargo” y “serios errores personales.” Se le vinculó a un escándalo por recibir beneficios del empresario Eberto López Morales, quien fue condenado a 15 años de cárcel. Aunque Aldana no enfrentó cargos penales, fue relegado a trabajar en el sector turístico en Topes de Collantes, donde permaneció hasta su retiro.
Desde entonces, se mantuvo en el anonimato, alejado de la vida pública y de los medios oficiales. Su nombre desapareció por completo de la prensa estatal.
Su fallecimiento marca el fin de una figura que, en su momento, encarnó el poder y las contradicciones internas del régimen cubano. Aún no se han divulgado detalles sobre su funeral y sepelio.
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