Un documento publicado por el sitio del Instituto de Aeronáutica Civil de Cuba expresa que el accidente aéreo ocurrido el pasado 18 de mayo de 2018 se debió a una serie de errores humanos, y cita como factores contribuyentes “las inconsistencias en el entrenamiento de las tripulaciones, los errores en los cálculos de peso y balance y los bajos estándares operacionales puestos de manifiesto en el vuelo”.
“La aeronave tenía un certificado de aeronavegabilidad válido (…) Los registros de mantenimiento indican que la aeronave había recibido mantenimiento de acuerdo con la reglamentación y los procedimientos aprobados. No obstante, se observan brechas relacionadas con algunos problemas identificados, que demuestran fallas en las buenas prácticas para ejecutar mantenimiento”, se expresa en el documento.
Además, se aclara que la masa y el centro de la aeronave estaban dentro de los límites operacionales de la misma.
“No obstante, el resultado del análisis del cálculo de peso y balance realizado por la Comisión, comparado con la guía real del vuelo, constata que el cálculo original presenta algunos desajustes respecto al peso y distribución de la carga y equipaje, peso del combustible, peso total del avión en rampa y al despegue, centro de gravedad, y posición del trim estabilizador”, agregaron los especialistas.
Igualmente, se concluyó que el peso de despegue real de la aeronave era mayor que el empleado en los cálculos. Por otro lado, el centro de gravedad se encontraba situado un 10 por ciento más atrás que lo calculado, cercano al límite trasero de la envolvente operacional (29 por ciento). Sin embargo, se asegura que aunque estas condiciones no rebasaban las posibilidades técnicas de la aeronave, pudieran haber constituido “un factor contribuyente”.
Por último, el documento asevera que “no existen evidencias demostradas de rastros de defectos o mal funcionamiento de la aeronave que pudieran haber contribuido al accidente”.