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Un país sin luz, pero con conciertos: el espejismo de las Fiestas Cristal

Redacción de CubitaNOW ~ sábado 5 de julio de 2025

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En medio de una de las peores crisis que ha enfrentado Cuba en décadas, marcada por apagones interminables, hambre creciente y servicios colapsados, el Gobierno ha decidido apostar por el entretenimiento.

Las llamadas Fiestas Cristal, organizadas por la Cervecería Bucanero S.A. y promovidas como un “regalo a la familia cubana”, llegarán este mes a Holguín y La Habana, con conciertos gratuitos, 16 carpas de cerveza y artistas reconocidos. Sin embargo, esta fiesta se celebra sobre el dolor acumulado de millones que no tienen cómo refrigerar sus alimentos o preparar una comida caliente.

El contraste entre la propaganda oficial y la realidad cotidiana es brutal. “Una celebración en la oscuridad no es alegría, es burla”, comenta un residente de Centro Habana que ha pasado más de 12 horas diarias sin electricidad.

¿Cómo justificar conciertos masivos mientras escasean el arroz, la leche en polvo, los antibióticos y hasta el transporte público? ¿Qué lógica hay en gastar recursos en escenarios, luces, equipos de sonido y personal de seguridad, cuando hay hospitales que no pueden garantizar una operación por falta de corriente?

Desde 2023, estas fiestas se han convertido en parte del calendario propagandístico del régimen, y en cada edición se repite el mismo guion: promesas de alegría en un país exhausto, luces en ciudades apagadas, cerveza en una economía seca. La narrativa oficial habla de cultura y esparcimiento, pero “para el cubano de a pie, estas fiestas no son más que una cortina de humo disfrazada de música”.

Bajo el lema “Siempre Joven”, la campaña de verano pretende ofrecer “actividades modestas” en barrios golpeados por la escasez. Pero lo que se ve es un espectáculo costoso, imposible de ocultar bajo discursos de austeridad.

Mientras el gobierno pide creatividad para sobrevivir con “recursos modestos”, despliega toda su maquinaria logística para celebrar con artistas de renombre y grandes despliegues técnicos.

El pueblo observa con incredulidad cómo se invierte en una fiesta que pocos pueden disfrutar. Las guaguas no alcanzan, la gasolina no aparece y en muchos hogares el único entretenimiento es luchar por sobrevivir otro día. Cuba no necesita conciertos, necesita soluciones. Y hasta que estas lleguen, no habrá música que oculte el ruido del hambre y la desesperación.






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