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Reencuentro de la vergüenza: Lula visita a Cristina Kirchner, íconos de la corrupción latinoamericana

Redacción de CubitaNOW ~ viernes 4 de julio de 2025

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La reciente visita del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva a la expresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner no fue solo un gesto diplomático: fue un símbolo elocuente de la impunidad que aún gozan los rostros más visibles de la izquierda corrupta en América Latina. Ambos personajes han sido protagonistas de escándalos multimillonarios, condenas judiciales y episodios que han deteriorado profundamente las democracias de sus países.

Cristina Fernández, condenada a seis años de prisión por corrupción en la causa conocida como "Vialidad", cumple actualmente arresto domiciliario con tobillera electrónica desde el 17 de junio. El encuentro con Lula fue autorizado por el juez de vigilancia penitenciaria, como si se tratara de una reunión entre líderes legítimos y no entre figuras con serios historiales judiciales.

Cristina no perdió la oportunidad para victimizarse una vez más, afirmando que su condena fue resultado del "lawfare" —la supuesta persecución judicial contra líderes progresistas—, y acusando al Poder Judicial de ser un "partido político al servicio del poder económico". Una narrativa desgastada que ya no convence a los millones de argentinos que padecieron su nefasta gestión económica, marcada por la inflación, el endeudamiento descontrolado, y una corrupción estructural que se infiltró en todas las capas del Estado.

Lula, por su parte, no solo se solidarizó con Cristina en redes sociales, sino que la elogió por su "determinación" y por el "apoyo popular" que aún recibiría en las calles. Pero no hay que olvidar que el mandatario brasileño fue condenado por corrupción pasiva y lavado de dinero en el marco del escándalo Lava Jato, una red de sobornos que involucró a políticos, empresas y constructoras de toda la región. Su liberación no fue producto de su inocencia, sino del reconocimiento de errores procesales por parte del Supremo Tribunal Federal, que anuló las sentencias en su contra por cuestiones de jurisdicción.

Lula jamás fue exonerado de los cargos por los que fue condenado. De hecho, muchos de los brasileños que lo vieron salir de prisión convirtieron esa liberación en símbolo del fracaso institucional para castigar la corrupción. Su regreso al poder, tras ser habilitado políticamente, fue posible no por una limpieza de su imagen, sino por la fragmentación de la derecha y el desencanto de una parte del electorado con el extremismo bolsonarista.

El hecho de que estos dos personajes vuelvan a encontrarse en un contexto diplomático, como la cumbre del Mercosur en Buenos Aires, es una bofetada para quienes aún creen en la transparencia, la justicia y el verdadero liderazgo. Lula asume ahora la presidencia del bloque regional, mientras que Cristina —una convicta por corrupción— recibe visitas oficiales como si aún detentara algún poder legítimo.

La izquierda populista latinoamericana ha sido experta en reinventarse tras cada escándalo. Ya no necesita pruebas de inocencia, solo discursos emocionales y una militancia que repite como dogma la teoría del "golpe judicial". Lula y Cristina representan esa vieja política que se escuda en la narrativa progresista para justificar el saqueo de sus respectivos países.

Mientras tanto, la región sigue atrapada entre el autoritarismo, la demagogia y la corrupción. Y es precisamente ese ciclo de impunidad el que permite que dos personajes como Lula y Cristina, lejos de rendir cuentas, sigan posando juntos para las fotos.


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