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Con 12 años recién cumplidos, Carla se alista para un nuevo ciclo escolar que marcará su entrada a la secundaria. Atrás queda la pañoleta roja de la primaria; ahora vendrán uniformes azules, nuevos compañeros y otra escuela. Pero junto a esos cambios, también llegan los desafíos materiales que su madre, Yaquelín, enfrenta con determinación: zapatos, mochila, libros impresos… y al menos un uniforme extra.
Según el Ministerio del Comercio Interior, desde el 15 de julio comenzó la venta de uniformes escolares en algunas provincias del país —Pinar del Río, Artemisa, Mayabeque, Matanzas, Camagüey, Santiago de Cuba, Guantánamo y la Isla de la Juventud—, mientras en otras el proceso se ha ido activando paulatinamente. Pero la distribución está limitada solo a los grados de entrada: preescolar, 5to y 7mo.
Eso deja en el aire una pregunta evidente: ¿qué hacen los estudiantes de otros grados mientras crecen y sus uniformes ya no les sirven?
Cuando Yaquelín supo que la venta ya había comenzado en su municipio, Arroyo Naranjo, La Habana, se apresuró a llegar a la tienda. Allí encontró lo que temía: pocas opciones, tallas mal ajustadas y solo una saya y una camisa por estudiante.
"Las tallas nunca coinciden con la que usa un niño de esa edad. Hay que ir rápido antes de que solo queden uniformes que parecen hechos para elefantes", comenta entre resignación e ironía. Pero su mayor preocupación es otra: “¿Cómo se hace para mandar todos los días a la niña con el mismo uniforme, en medio de apagones, sin agua y con este calor?”
El panorama no ayuda. En muchas zonas del país, los apagones superan las 11 horas diarias, y el acceso al agua puede demorarse hasta 15 días. Lavarse, asearse, o simplemente mantener limpia una pieza de ropa se vuelve una tarea titánica en esas condiciones.
Como en tantos otros frentes, el sector privado ha encontrado en esta escasez una oportunidad. Varias mypimes y talleres independientes en La Habana ya ofrecen uniformes a medida. Según reportes en redes, en La Habana Vieja se venden camisas por 700 pesos cubanos, con tallas que van desde la 4 hasta la 18. Confecciones personalizadas pueden superar los 1.500 pesos por conjunto para primaria.
También llegan uniformes desde el exterior. Tiendas en Miami comercializan blusas, camisas y sayas por 10.99 USD, y pantalones por 12.99 USD, convirtiéndose en una alternativa para quienes tienen familiares fuera que puedan asumir el gasto.
Pero Yaquelín no tiene a nadie en el extranjero. Sin remesas, todo sale de su bolsillo. Y ante la disyuntiva entre comprar comida o un uniforme adicional, eligió lo segundo: “Mi hija no va a ser menos que nadie”, afirma con decisión. “La semana que viene raspo un dinerito y le compro al menos otro uniforme más. Aquí estamos acostumbrados a resolver como sea”.
Carla, estas vacaciones, quizás no conozca la playa ni visite un parque. Probablemente no tenga el celular del momento, ni los zapatos que marcan tendencia. Pero el primer día de clases, vestirá de azul, como el resto de sus compañeros. Y eso, en medio de tantas carencias, será también una forma de resistencia y dignidad.
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