Este cubano conversó con la prensa independiente de la isla y reveló oscuros detalles de su paso por la Brigada Especial. Su nombre es Ángel Madrazo Giro y fue teniente y jefe de escuadra de este cuerpo de élite represivo.
En dialogo con Cibercuba Noticias, Madrazo Giro explicó que intentó abandonar las filas, sin embargo, lo amenazaron y estuvo en su unidad hasta que fue detenido por intentar salir de Cuba en un remolcador.
Él fue uno de los cubanos que firmó la carta dirigida a militares cubanos en activo pidiéndoles que no repriman al pueblo y aseguró que lo hizo porque “es una obligación moral para mí, y por eso estoy exhortando a los militares en activo en Cuba, incluso a los que puedan estar en puestos y situaciones como las que viví, que no vayan a usar las armas contra el pueblo, porque ellos son parte de ese pueblo que ha estado sufriendo durante más de sesenta años y, además, son sus hijos, madres, hermanos, etcétera, etc”.
“Yo hice diez años de servicio militar”, recordó “entré directo a la Brigada Especial (BE), después de terminar la academia de entrenamientos. En la mayoría de los casos buscaban jóvenes con conocimientos de artes marciales y/o deportes de combate, y nos daban un riguroso entrenamiento. Alcancé el grado de Teniente y fui segundo jefe de compañía, ascendiendo desde soldado y pasando por jefe de escuadra”.
Asimismo, rememoró que “las misiones de la brigada eran desintegrar cualquier manifestación que surgiera en cualquier lugar a como diera lugar, aleccionándonos que debíamos reprimir delitos, pero en Cuba todo es delito”.
“El otro entrenamiento que recibimos fue el de antiterrorismo. ¡Qué barbaridad, los terroristas éramos nosotros contra el pueblo cubano!”, sentenció Madrazo Giro al rotativo.
Por otro lado, explicó que “la Brigada Especial se subordina directamente al ministro del Interior; en mi época al fallecido José Abrantes, que tenía una relación de hermandad con Joseíto (General de Brigada José Rodríguez), y entre ellos decidían las misiones más importantes”.
Este isleño fue escolta de Fidel Castro, en su viaje de 1989 a Venezuela e intervino en la protección del entonces mandatario soviético Mijail Gorbachov.
“También trasladamos a todos los estudiantes mozambicanos desde Isla de la Juventud hacia su país, tras haber provocado desórdenes varios; fuimos custodiándolos en los vuelos especiales que se hicieron Habana-Isla Sal-Luanda-Maputo, administrándoles sedantes en el jugo de naranja, y volamos armados y con instrucciones de reducir por la fuerza a quienes armaran lío dentro del avión para evitar que se desbalanceara y sufriéramos un accidente; como resultado de la algarada estudiantil, murieron dos estudiantes, y en esos vuelos trasladamos sus cadáveres”, relató.
“Mi compañía también intervino en la protección púbica y encubierta de las embajadas en La Habana de Viet Nam, Canadá, Venezuela, México, Argentina, Francia y España; esta última la custodiamos de manera camuflada, vestidos de civil y el argumento que nos dio el mando era que algunas de esas sedes podían ofrecer asilo a cubanos; y la vietnamita por una situación operativa que no especificaron”, reveló.
“¿Por qué pides la baja del Ministerio del Interior, a cuántos años de cárcel te condenaron, por qué motivo y cómo fue tu vida en las prisiones en las que extinguiste tu pena?”, le preguntaron.
A lo que el isleño contestó:
“Pedí la baja porque cuando llegaba a mi casa veía que mi hijo no tenía leche y me obligaba a delinquir, acudiendo a mi madre para que comprara leche para mi familia en la bolsa negra; mi casa tenía goteras y malas condiciones y no me ofrecieron alternativa alguna. Obviamente, no di estos detalles como causa de mi solicitud de baja, que no fue aceptada y el coronel Martí me amenaza con mandarme a Cayajabos (Artemisa), a una granja para militares, hasta que la fiscalía tomara una decisión. Y entonces empecé a pensar en irme de Cuba, pero sin dejar atrás a mi familia. Un amigo me propuso irnos en un remolcador, y me presentó a un exboxeador, Torres Delís, que estaba trabajando en un remolcador moderno, nombrado Dumás; creo recordar que era de fabricación asiática. El expúgil me invitó al barco donde trabajaba y me presentó a la tripulación, solo intercambiamos saludos y no hablamos nada de los planes de irnos, solo me sirvió para comprobar las condiciones de la embarcación, y luego mi amigo y el exboxeador se encargaron de buscar a dos maquinistas navales expertos, los hermanos Perichea. Poco después, se presentaron siete oficiales en mi casa y me dijeron que había una denuncia contra mí y necesitaban los acompañara para aclarar las cosas, que sabían que yo había acompañado a Fidel en un viaje a Venezuela y era un hombre encojonao, pero que alguien quería joderme; y me sugirieron que llevara mi pistola. Así lo hice y, cuando salía a la calle, vi que mi barrio Atarés (Cerro) estaba tomado militarmente.”
“Me conducen a la Cuarta unidad de policía, en Infanta y Manglar, donde me recibe un coronel, que colocó su pistola encima de la mesa y me pidió que hiciera lo mismo con la mía. Tuvieron que improvisar un operativo porque compañeros míos se negaron a ir a detenerme y usaron esa estación de policía para el paripé. No me sorprendió porque ya uno de los civiles que estaba en el plan de fuga había sido detenido. Y en mi causa también fue juzgado el expolicía Sergio Morales Castro, condenado a dos años porque ya había conseguido la baja, pero que nunca ha podido salir de Cuba”.
“Me juzgaron por piratería en grado tentativa, salida ilegal y deserción. Me condenaron a 15 años y 8 meses, pero mi abogada, mediante un recurso que interpuso, consiguió una reducción a seis años, en una llamada resolución conjunta. La abogada lloró de impotencia en mi juicio, pero hizo un buen trabajo”.
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