La Habana despierta, una vez más, bajo el peso del frío, el hambre y un apagón que parece prolongarse tanto como la propia crisis cubana. Mientras la capital intenta sobrevivir a oscuras, enferma y cansada, un contraste feroz se vuelve imposible de ignorar: el brillo artificial del Bar EFE, uno de los símbolos recientes del lujo reservado a la élite que heredó el poder.
Propiedad de Sandro Castro, nieto del fallecido dictador Fidel Castro, este bar en El Vedado se ha convertido en un escenario involuntario —o deliberadamente ignorado— de la tragedia humana que define a la ciudad. Porque justo en la puerta del establecimiento, pegados a los muros donde se anuncian “noches exclusivas”, duermen hombres y mujeres que lo han perdido todo: ancianos, enfermos, cubanos sin techo, sin comida y sin esperanza.
Muchos de ellos son los mismos que un día gritaron consignas, defendieron la revolución en misiones internacionalistas, cortaron caña durante jornadas agotadoras, construyeron obras en microbrigadas, o renunciaron a su juventud para servir a una utopía que les prometió un país justo. Gritaron “Pa’ lo que sea, Fidel” convencidos de que sacrificarse traería un mañana mejor.
Ese mañana nunca llegó.
Hoy, esos veteranos de consignas vaciadas de sentido se resguardan en cartones, tiritando en la entrada de un local que representa todo lo contrario al proyecto que les vendieron. Mientras los nietos del poder disfrutan del privilegio heredado, sus viejos defensores malviven entre el hambre, la enfermedad y la intemperie.
Y por si la humillación no fuera suficiente, la policía llega en cualquier momento. Los despiertan a gritos:
“¡Oe’, ahí no pueden estar, eso es propiedad privada!”
La propiedad privada —esa que durante décadas se demonizó— ahora es sagrada cuando pertenece a los herederos del poder.
La miseria, en cambio, sigue siendo patrimonio generalizado del pueblo cubano.
LaTijera expone este rostro crudo de La Habana: una ciudad rota, abandonada, donde los olvidados de la revolución sobreviven en las puertas mismas de los negocios de sus sucesores.
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