El Jefe de Misión Diplomática de Estados Unidos en Cuba, Mike Hammer, rindió homenaje este lunes a la legendaria cantante Celia Cruz con motivo del centenario de su nacimiento, durante una misa en la Iglesia de Nuestra Señora de la Caridad, en La Habana.
El gesto, cargado de simbolismo, se convierte en un reconocimiento a una de las figuras más universales de la cultura cubana, cuya obra y legado siguen siendo marginados por el régimen de La Habana.
“Fue un honor reconocer a Celia Cruz, un personaje emblemático cubano, que hizo grandes contribuciones no solo en Estados Unidos, sino para toda la humanidad. Su deseo era ver una Cuba libre, un deseo que compartimos”, declaró Hammer a la prensa tras la ceremonia religiosa, en la que también participaron miembros de la comunidad católica y diplomáticos extranjeros.
La presencia del diplomático estadounidense en el homenaje tiene un significado profundo, especialmente en un contexto en que el Gobierno cubano continúa negando a Celia Cruz el lugar que merece en la historia y el arte nacional. Considerada la “Reina de la Salsa” y una de las voces más influyentes del siglo XX, Cruz fue borrada de los medios oficiales tras su salida definitiva de Cuba en 1960, cuando decidió no regresar a la Isla luego del triunfo de la Revolución.
Nacida en el barrio habanero de Santos Suárez en 1925, Celia Cruz se convirtió en un ícono mundial de la música latina, ganadora de múltiples Premios Grammy y Latin Grammy, y embajadora del ritmo cubano en todos los continentes. Su carrera, que abarcó más de cinco décadas, la llevó a compartir escenario con figuras como Tito Puente, Johnny Pacheco y la Fania All Stars, contribuyendo decisivamente a popularizar la salsa en el mundo.
Sin embargo, su exilio la convirtió en una artista prohibida en su propia tierra. El régimen la consideró “traidora” por oponerse abiertamente al castrismo y por mantener su deseo de ver una Cuba democrática. Hasta hoy, su música rara vez se transmite en los medios estatales y su nombre no figura en los homenajes oficiales a grandes exponentes de la cultura cubana.
El homenaje encabezado por Mike Hammer resalta la contradicción entre el reconocimiento internacional a Celia Cruz y el silencio del Gobierno cubano, que continúa censurando su figura.
Mientras en Estados Unidos y en buena parte del mundo se celebran exposiciones, conciertos y publicaciones dedicadas a su centenario, en la Isla no se han realizado actos públicos oficiales en su honor.
Este gesto diplomático también refleja la voluntad de Washington de conectar con la sociedad civil cubana y con los valores de libertad que Celia Cruz representó. Su célebre grito de “¡Azúcar!” se ha convertido en un símbolo de resistencia, alegría y cubanía, incluso para las nuevas generaciones que apenas han podido conocerla a través de copias o grabaciones clandestinas.
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