Las imágenes de montones de basura en pleno corazón de La Habana, esta vez en la calle San Nicolás detrás de La Época, no solo generan indignación sino que confirman que Cuba vive sumida en un colapso higiénico que está alimentando la propagación incesante de virus y enfermedades.
Y lo peor es que ningún responsable del gobierno parece dispuesto a enfrentar una realidad que ya no se puede ocultar ni maquillar con discursos ni campañas mediáticas.
Lo que antes eran microvertederos aislados ahora se han convertido en escenas habituales en la capital y en casi todas las provincias. La gente lo denuncia con impotencia: calles repletas de cajas, restos de comida, aguas negras corriendo entre las casas, salideros que mezclan agua potable con residuales, esquinas que se han convertido en basureros permanentes, y un olor que hace imposible la vida cotidiana.
Los vecinos coinciden en que las epidemias no se acabarán jamás mientras Cuba esté convertida en un vertedero a cielo abierto.
Muchos recuerdan que hace años el carro de basura pasaba regularmente, existía un sistema mínimo de recogida. Hoy el país vive una parálisis total. No hay combustible, no hay organización, no hay planificación y, sobre todo, no hay voluntad de quienes gobiernan para resolver un problema tan básico como la limpieza pública. Se invierte en actos políticos, desfiles y pintura de fachadas para la foto, pero no en saneamiento, salud ni prevención.
Los comentarios lo dicen con una claridad brutal: La Habana es una de las ciudades más sucias del país; Santiago, Matanzas, Morón, Camagüey y Ciego de Ávila están igual o peor. Las familias viven rodeadas de basura, mosquitos, ratas y contaminación. Y mientras tanto, los brotes de dengue, zika, diarreas, infecciones respiratorias y ahora virus de todo tipo se multiplican sin control. No es casualidad: es consecuencia directa del abandono estatal.
La población está consciente de que hace falta higiene, pero también sabe que ningún esfuerzo individual puede sustituir un sistema de recogida que lleva años destruido. La responsabilidad es del gobierno, de los que tienen el poder, los recursos y la obligación de garantizar condiciones mínimas de vida.
La basura no llega sola a las calles. Llega por la incompetencia, la indiferencia y el desgobierno de quienes deberían proteger la salud de la nación. Y mientras ellos no actúen, Cuba seguirá hundiéndose entre desechos… y las epidemias seguirán siendo parte del día a día.
Del perfil de Guillermo Rodríguez Sánchez
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