Cuba, un país enfermo entre desidia y abandono
Redacción de CubitaNOW ~ sábado 15 de noviembre de 2025
Cuba enfrenta una crisis sanitaria que no puede seguir siendo ignorada. Lo que debería ser una preocupación central del Estado se ha convertido en un espectáculo de cifras y discursos vacíos, mientras la población sufre día a día las consecuencias de la desidia y el abandono.
Los brotes de arbovirosis —dengue, zika y chikungunya— no son un simple accidente de la naturaleza ni el resultado de un “bloqueo” externo; son consecuencia directa de la mala gestión, la falta de planificación y la incapacidad de las autoridades de salud para actuar con eficacia.
Freddys Nuñez Estenoz lo describe con crudeza: "fumigaciones que parecen más un gesto simbólico que un esfuerzo real, calles invadidas por la basura, acumulación de agua estancada y una población obligada a convivir con los mosquitos y otras criaturas que transmiten enfermedades. La realidad supera a las estadísticas oficiales que ocultan muertos y enfermos, mientras los medios oficiales reproducen imágenes y cifras triunfalistas que no reflejan el sufrimiento diario. El problema no es externo: es estructural y requiere soluciones internas urgentes"
Los vecinos comentan experiencias similares: calles saturadas de basura, ríos contaminados, vertederos clandestinos junto a viviendas y la total ausencia de control vectorial efectivo. Las fumigaciones, cuando ocurren, son parciales, no intradomiciliarias ni sostenidas, lo que limita su efectividad. Mientras tanto, los ciudadanos se ven obligados a sobrevivir en condiciones que recuerdan a desastres olvidados, donde la enfermedad se convierte en un enemigo cotidiano. No faltan denuncias sobre la frialdad, la indiferencia y la falta de responsabilidad de quienes deberían proteger la salud pública.
Ernesto Home Staging lo sintetiza de manera clara: los equipos de fumigación y medicamentos provienen de China, India, México y otros países, por lo que las excusas sobre sanciones externas no resisten el mínimo análisis.
El problema radica en la corrupción, la falta de inversión real, prioridades distorsionadas y la incapacidad de asumir responsabilidades. La población, atrapada en este ciclo de abandono, paga las consecuencias con su salud, mientras el Estado mantiene un relato de autosuficiencia que no corresponde a la realidad.
Más allá de la enfermedad, la crisis evidencia un país en descomposición social: cementerios en estado de abandono, cuerpos profanados, plagas emergiendo de lugares contaminados, y trabajadores expuestos sin la protección necesaria. Cada cubano siente la impotencia de ver cómo la infraestructura colapsa, cómo el abandono se vuelve cotidiano y cómo la desesperanza se normaliza. La tragedia sanitaria no se limita a cifras: afecta a niños, ancianos, trabajadores y familias completas, dejando un legado de dolor que podría haberse evitado con medidas simples y efectivas.
Cuba necesita reconocer la magnitud del problema, asumir responsabilidades y actuar con transparencia. No se trata de culpar a factores externos, sino de exigir gestión eficiente, planificación, inversión en salud pública y control real sobre la contaminación y los vectores de enfermedad.
El país no puede seguir siendo un territorio enfermo donde la vida cotidiana se convierte en una lucha silenciosa contra la desidia. Es hora de mirar la realidad de frente y poner fin a años de abandono que cobran vidas y deterioran la dignidad de toda la población.
Publicación de Freddys Nuñez Estenoz, dtor. Teatro del Viento