Luis Manuel Otero Alcántara, líder del Movimiento San Isidro, fue detenido en La Habana la víspera cuando pretendía realizar una actividad cultural para los niños, a quienes, además, repartiría confituras.
Sin embargo, la policía política se lo impidió al arrestarlo junto al payaso Desparpajo, quien fue liberado horas más tarde.
Otero Alcántara estuvo bajo arresto hasta la mañana de este martes que volvió a su casa a organizar nuevamente el pequeño evento para los más pequeños de la casa.
“Estoy en la calle y está mañana logramos repartir los caramelos a los niños de San Isidro”, aseguró el artista y activista a través de sus redes sociales. “Hoy somos UNPACU”, agregó.
Por otro lado, Otero Alcántara señaló que el “Movimiento San Isidro está súper conectado. ¡Diálogo nacional porque los padres no pueden con su salario comprar un chocolate a sus niños o a sus viejos!”
“¿Por qué si el salario es en pesos cubanos las tiendas son en dólares?”, cuestionó. “#EstamosConectados”, finalizó.
Por otro lado, el payaso fue liberado, pero también multado. Deberá pagar 3 mil pesos al Estado. Durante su detención no abandono jamás su personaje.
Lo que vivió Desparpajo fue excelentemente descrito por la escritora cubana Katherine Bisquet Rodríguez quien logró entender ese performance que protagonizó de la Cruz desde que subió a la patrulla hasta que lo liberaron horas más tarde.
Se trata de un texto titulado ‘Esquizopatria’, que Bisquet Rodríguez difundió en Facebook y que difundimos íntegro a continuación:
A Manuel D La Cruz lo detuvieron hoy por estar repartiendo caramelos y libros a los niños del barrio de San Isidro.
Lo detuvieron mientras él hacía su trabajo como payaso, mientras él representaba otro rol. Manuel dice algo curioso en esta directa, él dice que no salió de su personaje durante toda la detención.
Y esto es algo infalible y muy brillante, el hecho de adoptar esta postura rocambolesca frente al escenario de un acto represivo del Estado. "Reducir al absurdo el mal mediante el exceso" decía Brodsky.
Hoy la SE no detuvo a Manuel D La Cruz, sino al payaso Desparpajo. No multó a un ciudadano sino a una representación, una actuación.
Se llevó consigo un sustituto de la realidad, un constructo, una animación irreal. Porque claro, en este Circo que es la Dictadura, un guiñol repleto de títeres con tonfas, tragafuegos, domadores de leones; ¿de qué otra forma se le puede responder?
De qué otra forma, sino sobreactuado el absurdo, se le puede hablar a este espectáculo del horror. Pues este chico ha sido, en mucho tiempo, una de las únicas personas que ha sabido cómo entrarle o cómo morder este pan duro.
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