El gobierno cubano vuelve a disfrazar de “avance” lo que en realidad es otra maniobra para exprimir a los campesinos. El Grupo Empresarial Tabacuba, dirigido por el defenestrado Marino Murillo, acaba de vender —sí, vender— tractores YTO 904 a los productores de Pinar del Río, en Moneda Libremente Convertible (MLC).
Una jugada que, bajo el pretexto de “modernizar la agricultura”, esconde el verdadero propósito: recuperar para el Estado el dinero en divisas que previamente había pagado a los tabacaleros por sus cosechas.
Murillo presentó la importación de 300 tractores como una inversión “para optimizar las labores agrícolas”, mientras los campesinos, agradecidos, aplauden la posibilidad de comprar con su propio dinero una maquinaria que debería ser parte de una política pública de apoyo al campo. La paradoja es brutal: el Estado los obliga a pagar en una moneda que ellos mismos generan y que nunca pueden usar libremente.
De los 150 tractores entregados hasta ahora, 90 se quedarán en Pinar del Río, cuna del mejor tabaco del mundo. Pero detrás del discurso oficial de “eficiencia” y “desarrollo” hay una verdad incómoda: cada equipo cuesta alrededor de 26.000 dólares, casi tres veces su valor en el mercado internacional.
Y lo más indignante es que los campesinos deben financiar la compra con el MLC que el propio gobierno les retiene tras exportar su producción.
Mientras los medios estatales destacan declaraciones de productores “agradecidos” por recibir los tractores, la realidad del campo cubano sigue marcada por la precariedad. Falta combustible, insumos, fertilizantes y libertad para decidir qué sembrar o a quién vender. Los campesinos son prisioneros de un sistema que los usa como propaganda cuando cumplen los planes y los reprime cuando reclaman sus derechos.
Resulta casi doloroso escuchar frases como la del productor José Ángel Ortúzar: “Esto está muy bien, va a beneficiar a los campesinos”. No es ingenuidad, es resignación. Después de décadas de trabajo forzado bajo un modelo que los empobrece, cualquier promesa estatal parece una dádiva.
En Cuba, incluso la esperanza se vende en MLC. Y los tractores de Tabacuba son otro recordatorio de que el régimen no promueve la prosperidad campesina: la administra, la controla y la cobra.
Fuente: Tele Pinar
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