Santiago de Cuba vive hoy una pesadilla que el gobierno intenta maquillar con fumigaciones improvisadas y comunicados vacíos. La ciudad se ahoga entre el dengue, el chikungunya y la desidia estatal.
Según denunció el periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada, lo que el régimen llama “estrategia de Epidemiología” no es más que una reacción tardía ante una crisis sanitaria desbordada. “Esto no es el inicio de nada —es el final de su inacción” escribió el reportero, reflejando la indignación de miles de santiagueros.
Las calles están llenas de basura, los salideros convierten las esquinas en criaderos y los microvertederos se multiplican como el propio mosquito Aedes aegypti. El Estado, que debería prevenir, solo aparece cuando el desastre ya se ha cobrado vidas.
Los testimonios son estremecedores: un menor fallecido en el Reparto "Antonio Maceo", una joven de 16 años, un anciano en Micro 3 y hasta profesores de la Universidad de Oriente que no sobrevivieron al virus.
Mientras tanto, el régimen pide a la población “mantener las casas cerradas 45 minutos después de la fumigación”, aunque muchos aseguran que las máquinas trabajan sin productos efectivos. “Fumigaron en mi barrio y fueron los mismos mosquitos quienes nos abrieron las puertas”, ironizó una vecina.
La impotencia se mezcla con el dolor: las familias lloran a sus muertos mientras las autoridades ocultan cifras y maquillan reportes. Los barrios más pobres son los más afectados, los mismos donde el agua escasea, los desechos se acumulan y los hospitales no tienen medicamentos. La población siente que está sola ante una epidemia que el gobierno no quiere admitir.
Usuarios en redes sociales denuncian que no hay una verdadera campaña sanitaria, solo “una obra de teatro” para aparentar control. Otros aseguran que podría tratarse de una nueva cepa viral, “otra forma del COVID que no quieren revelar para no alarmar”.
En esta ciudad caliente, desesperada y enferma, el dengue se ha vuelto sinónimo de abandono. Yosmany lo resume con crudeza: “El mosquito y la mentira han trabajado juntos durante meses. El pueblo vive el resultado”.
Santiago no necesita discursos ni hashtags. Necesita agua, limpieza, fumigación real y un gobierno que no llegue cuando ya la muerte anda por las calles.
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