Un insólito robo ocurrió recientemente en la avenida Ciudadamar del municipio San Miguel del Padrón, en La Habana, cuando un hombre fue detenido tras escalar un camión en movimiento y apoderarse de un rollo de mangueras y varios candados. El hecho, que parece sacado de una película de acción, fue reportado por el perfil oficialista cercano a la policía, El Cubano Fiel.
Según testigos, el delincuente subió al camión mientras este transitaba por la vía y comenzó a robar los objetos transportados. Al ser descubierto por el conductor, no dudó en lanzarse al estilo "ninja" con el botín en mano y emprendió la huida corriendo. Sin embargo, la suerte no estuvo de su lado: justo en ese momento, una patrulla pasaba por la zona y, con la ayuda de vecinos que indicaron su dirección de escape, los agentes lograron capturarlo tras una breve persecución.
Este tipo de robo tan osado no es un caso aislado. Se suma a una preocupante tendencia de delitos cada vez más audaces y desesperados en Cuba, reflejo de la profunda crisis económica y social que atraviesa el país. En un escenario marcado por el desabastecimiento, la inflación galopante y el empobrecimiento generalizado de la población, los robos –desde los más simples hasta los más peligrosos– se han multiplicado en calles, tiendas, medios de transporte e incluso en zonas residenciales.
Lo más alarmante no es solo el incremento de estos delitos, sino la creatividad con la que son ejecutados. En los últimos meses se han reportado robos de cables eléctricos, productos agrícolas directamente de los campos, asaltos a mano armada y saqueos de almacenes estatales. También se han vuelto comunes los hurtos en plena vía pública y los arrebatos en zonas concurridas.
Aunque los perfiles oficialistas como El Cubano Fiel intentan mostrar una imagen de eficacia policial y rápida respuesta ante estos hechos, lo cierto es que muchos de estos delitos quedan sin esclarecer. Además, estos canales suelen omitir información clave sobre los contextos que permiten su proliferación: la pobreza extrema, la falta de oportunidades y la frustración generalizada de la ciudadanía en una sociedad controlada por un régimen autoritario, sin libertades ni garantías legales reales.
El aumento de la criminalidad en Cuba no es un fenómeno espontáneo, sino el resultado de años de políticas económicas fallidas, represión institucional y abandono de las necesidades más básicas de la población. En lugar de atacar las raíces del problema, el régimen opta por enfatizar la acción policial como un método de contención, sin abordar las causas estructurales que empujan a miles de cubanos a delinquir para sobrevivir.
Separación de Juliette Valle y La Flaca Verónica para grabaciones del Podcast de la Vida
Hace 2 días