El jefe de misión de la Embajada de Estados Unidos en La Habana, Mike Hammer, ha vuelto a desafiar abiertamente las advertencias de la dictadura cubana al continuar su recorrido por distintas provincias de la isla, en un gesto que incomoda notablemente al régimen y que refuerza el compromiso diplomático de EE.UU. con la ciudadanía cubana.
A pesar de la reciente advertencia emitida por la Cancillería cubana, que exigía al funcionario abstenerse de realizar visitas e interacciones no programadas con la población, Hammer visitó este jueves el municipio de Güines, en la provincia de Mayabeque. Allí recorrió la emblemática Capilla de Santa Bárbara y compartió con un grupo de ciudadanos, reafirmando su intención de conocer la realidad cubana desde la base.
“Sigo recorriendo el país, esta vez de paso por Güines, visité la primera Capilla de Santa Bárbara en Cuba y hablé con unos cuantos güineros de a pie”, escribió Hammer en sus redes sociales, acompañando el mensaje con un video en el que se le ve caminando por el pueblo y dialogando abiertamente con residentes.
La actitud del diplomático no ha pasado desapercibida. Para el régimen cubano, acostumbrado a controlar cada movimiento de la representación extranjera en el país, los recorridos de Hammer representan una amenaza simbólica. Su presencia fuera de los círculos oficiales —y, especialmente, su contacto directo con los ciudadanos comunes— rompe con las prácticas diplomáticas tradicionales impuestas por la dictadura y pone en evidencia la tensión entre el gobierno cubano y la representación estadounidense.
El Ministerio de Relaciones Exteriores había calificado recientemente las acciones de Hammer como “impropias de un diplomático”, advirtiendo que su presencia en distintos territorios del país sin la autorización del gobierno violaba las normas establecidas para misiones extranjeras. Sin embargo, lejos de acatar el llamado, el diplomático estadounidense ha mantenido firme su agenda, lo que ha generado una visible molestia en las altas esferas del poder en La Habana.
Este tipo de acciones forman parte de una estrategia más amplia por parte de Washington, que busca mantener canales abiertos con la sociedad civil cubana, especialmente en un contexto de creciente represión y descontento social. Hammer ha sido particularmente activo en este sentido desde su llegada a la isla, priorizando el contacto con líderes religiosos, ciudadanos de a pie y representantes de la comunidad local.
La visita a Güines, además, tiene una carga simbólica al tratarse de un lugar profundamente asociado a la religiosidad popular cubana. La Capilla de Santa Bárbara es un espacio de culto venerado por muchos cubanos, tanto católicos como practicantes de religiones afrocubanas. La elección del lugar subraya el respeto de Hammer por las tradiciones del pueblo cubano, en contraste con la postura autoritaria del gobierno.
En tiempos donde el malestar social crece en la isla, las acciones del embajador Hammer podrían leerse como un gesto de solidaridad con el pueblo cubano, frente a un gobierno que le teme al diálogo libre y sin guion.
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