El inicio del curso escolar en Cuba ha sido marcado por una situación crítica en muchas provincias, donde las familias enfrentan apagones prolongados y condiciones precarias en los hogares.
Según reportes de ciudadanos en redes sociales, numerosas madres y padres pasaron la noche anterior al primer día de clases intentando proteger a sus hijos de mosquitos y otras incomodidades derivadas de la falta de electricidad, mientras preparaban materiales y uniformes para la jornada escolar.
A pesar de esta situación, el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla publicó un mensaje en su cuenta oficial de X el 1 de septiembre, asegurando que “hoy la alegría inunda nuevamente las escuelas cubanas”, coincidiendo con el regreso de más de 1,5 millones de estudiantes a las aulas.
Usuarios en redes sociales documentaron con fotografías y testimonios que muchas viviendas carecían de electricidad durante la madrugada, obligando a los padres a improvisar con velas o ventiladores manuales para que los niños pudieran dormir antes de iniciar las clases.
En algunas zonas, el calor y la presencia de insectos hicieron que los menores durmieran de manera intermitente o en condiciones incómodas, mientras los adultos trabajaban para garantizar que contaran con uniformes, mochilas y materiales escolares.
La situación se extiende a las escuelas, muchas de las cuales presentan infraestructura deteriorada: aulas sin electricidad, techos con filtraciones, mobiliario insuficiente y escasez de materiales escolares.
Los padres han tenido que realizar reparaciones de emergencia y aportar recursos propios para que las instalaciones estuvieran mínimamente funcionales al comienzo del curso.
A nivel nacional, la producción de uniformes y libretas ha sido insuficiente. El gobierno reconoció que solo se fabricaron 2,2 millones de los 3,6 millones de uniformes previstos, mientras que la entrega de libretas se ha reducido mediante la llamada “norma ajustada”, obligando a los estudiantes a dividir los cuadernos entre varias asignaturas.
La rabia y frustración expresadas en redes no han sido aisladas. Cientos de padres, madres, abuelos y maestros han compartido imágenes, testimonios y vivencias que desmienten el supuesto ambiente de júbilo que intentó retratar el discurso oficial. “Otra burla impía al dolor y al sufrimiento del pueblo. Más cruel aún, sabiendo lo que viven los niños... ¡Abajo el comunismo! ¡Patria y Vida y Libertad!”, escribió un comentarista, indignado ante lo que definió como “otro intento de imponer una narrativa triunfalista en medio del desastre”.
En paralelo, estos apagones continuos en la madrugada complican el descanso de los estudiantes y el trabajo de preparación de las familias.
En este contexto, el mensaje oficial sobre “alegría” ha sido ampliamente contrastado con la experiencia real de los hogares cubanos, que deben enfrentar limitaciones de recursos y condiciones difíciles para garantizar que sus hijos puedan asistir a clases.
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