Después de más de cinco décadas de incertidumbre, un caso de homicidio que parecía destinado al olvido finalmente ha sido resuelto. La mujer conocida como "Jane Doe", encontrada gravemente herida en un campo de Woodstock, Maryland, en julio de 1971 y fallecida dos meses después sin haber sido identificada, ha sido finalmente reconocida como Sadie Belle Murray, una madre desaparecida de Pensilvania.
Nacida el 7 de septiembre de 1924, Murray también era conocida como Sarah Belle Sharkey al momento de su muerte. Durante más de 50 años, su nombre permaneció en el anonimato y su familia vivió sin respuestas ni cierre.
La revelación se logró gracias a los avances en tecnología forense y al trabajo incansable de la unidad de casos sin resolver del Departamento de Policía del Condado de Howard. En octubre de 2024, las autoridades enviaron muestras biológicas a una empresa privada especializada en análisis genéticos. Con estos datos se construyó un perfil de ADN que, mediante genealogía forense, permitió rastrear e identificar a sus dos hijos sobrevivientes.
Charles Leroy Sharkey de 79 años, residente de Cleveland y Mildred Marie Cantwell de 81, en Springfield, Illinois, recibieron la inesperada llamada de los investigadores. Ambos desconocían la historia real de su madre y, tras décadas sin contacto, se reencontraron en julio de 2025.
Para ellos, este cierre fue tan impactante como sanador. “Es realmente genial y es algo que pensé que nunca habría sucedido. Pensé que nunca volvería a conectar con mi familia”, expresó Charles, mientras que Mildred dijo: “Descubrir la historia de mi madre fue un cierre para mí… reencontrarme con mi hermano es increíble. El cierre lo vale todo”.
A pesar de haber resuelto el misterio de la identidad, la investigación sobre su asesinato sigue activa. Los detectives ahora intentan reconstruir por qué Murray se encontraba en el condado de Howard y quiénes podrían haber estado con ella antes del ataque fatal.
El jefe de policía, Gregory Der, destacó el logro de su equipo, calificando la resolución del caso como “extraordinaria” por haber traído respuestas a una familia rota por más de medio siglo.
Este caso se suma a otros crímenes antiguos resueltos recientemente en el condado, demostrando la efectividad y compromiso de la unidad de casos sin resolver. Más allá de las estadísticas, lo que queda es la esperanza: incluso después de medio siglo, la verdad puede salir a la luz y unir lo que el tiempo y el silencio habían separado.
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