Fordow no era una simple instalación nuclear: era el símbolo más secreto, blindado y estratégico del programa atómico iraní. Construida a unos 90 metros de profundidad en una montaña cerca de Qom, esta planta subterránea estaba diseñada para resistir ataques aéreos convencionales y proteger cientos de centrifugadoras utilizadas para enriquecer uranio.
Su existencia se mantuvo en secreto hasta que fue revelada por servicios de inteligencia occidentales en 2009, lo que provocó una profunda alarma internacional.
El ataque ejecutado por Estados Unidos eliminó por completo este enclave. Bombarderos estratégicos B-2 Spirit lanzaron doce bombas antibúnker GBU-57, de más de 13,000 kilos cada una, específicamente diseñadas para destruir instalaciones profundamente enterradas. Estas armas penetraron la roca y el cemento reforzado antes de explotar, generando una onda de choque interna que, según reportes satelitales, desintegró el complejo.
"Fordow ya no existe", proclamó Donald Trump en Truth Social, subrayando el éxito del ataque con una frase que resonó en los medios de comunicación de todo el mundo. La planta había sido reforzada contra casi cualquier escenario bélico, y sin embargo, fue reducida a ruinas en una sola noche. Analistas militares coinciden en que la operación demuestra el poder de ataque profundo de Estados Unidos y su capacidad para neutralizar incluso las estructuras más protegidas.
Fordow había sido redirigido en años recientes hacia el enriquecimiento de uranio al 60%, acercándose peligrosamente al umbral necesario para fabricar armas nucleares. Este dato había sido motivo de constante tensión entre Irán y las potencias occidentales, que veían la planta como una amenaza directa a la estabilidad regional. Su destrucción representa no solo un golpe físico, sino un debilitamiento significativo del avance técnico del programa nuclear iraní.
El secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, tras los ataques de EEUU contra Irán: "Hemos devastado el programa nuclear iraní. Estados Unidos no busca la guerra, pero quiero ser claro: actuaremos con rapidez y decisión cuando nuestro pueblo, nuestros socios o nuestros intereses se vean amenazados".
Hegseth afirmó que no hubo impactos en tropas ni civiles iraníes. Según el secretario, el objetivo ha sido únicamente desactivar las capacidades nucleares y minimizar cualquier daño colateral.
"Como ha declarado el presidente Trump, Estados Unidos no busca la guerra, pero quiero ser claro: actuaremos con rapidez y decisión cuando nuestro pueblo, nuestros socios o nuestros intereses se vean amenazados. Irán debe escuchar al presidente de Estados Unidos y saber que habla en serio, cada palabra".
"Ningún otro país, salvo Estados Unidos, podría haber hecho esto". El secretario de Defensa Pete Hegseth añadió : "Cuando el presidente Trump habla, el mundo debería escucharlo".
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