Un domingo de oración en la iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Grand Blanc Township, Michigan, terminó en tragedia cuando un hombre armado abrió fuego y luego incendió el templo, arrebatándole la vida al menos a cuatro personas y dejando varios heridos.
El sospechoso, identificado como Thomas Jacob Sanford, un exmarine de 40 años con experiencia militar en Irak, fue abatido por la policía en el estacionamiento trasero del lugar.
Las autoridades informaron que el ataque comenzó alrededor de las 10:25 de la mañana. Sanford irrumpió en la iglesia conduciendo un vehículo, del cual descendió con un rifle de asalto y comenzó a disparar indiscriminadamente contra los feligreses que asistían al servicio dominical.
Según el jefe de la policía local Bill Renye, los primeros agentes llegaron en menos de 30 segundos tras las llamadas de emergencia y neutralizaron al agresor apenas ocho minutos después.
El caos fue inmediato. Testigos relataron haber escuchado una explosión que voló las puertas de la iglesia antes de que se desatara el tiroteo. “Había cadáveres tirados en la acera”, declaró Janet Peera, una vecina que presenció parte de los hechos. Otros sobrevivientes señalaron que el atacante continuó disparando incluso cuando algunos lograban escapar.
El incendio provocado por Sanford consumió gran parte del edificio, que quedó totalmente destruido. La Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) indicó que el atacante utilizó gasolina como acelerante, y que en el lugar se hallaron presuntos artefactos explosivos.
El FBI confirmó que investiga el suceso como “un acto de violencia selectiva”, aunque hasta ahora no se ha establecido un motivo claro ni la relación del sospechoso con la congregación. “Este acto de violencia no tiene cabida en nuestro estado ni en ningún otro lugar de nuestro país”, señaló Reuben Coleman, agente especial a cargo de la oficina del FBI en Detroit.
Sanford, originario de Burton, sirvió en el Cuerpo de Marines entre 2004 y 2008, alcanzando el rango de sargento y recibiendo varias condecoraciones. Pese a su historial militar, su vida después del ejército permanece en gran parte desconocida.
Las autoridades aún no han revelado la identidad de las víctimas, mientras los equipos de rescate trabajan entre los escombros en busca de más cuerpos o pruebas que ayuden a esclarecer el caso.
La comunidad, consternada, enfrenta ahora la devastación de un lugar de fe que fue escenario de una de las peores tragedias recientes en el estado.