Los grandes deportistas cubanos Omara Durand y Mijaín López recibieron una réplica del Machete de Maceo, reconocimiento que otorgan las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Vestidos con las típicas guayaberas cubanas, a las que puede acceder solo un grupo selecto de la población cubana por sus altos precios, Omara y Mijaín asistieron a un acto protocolario en la Sala Universal de las FAR donde estaba presente el ministro Álvaro López Miera según reseña de Cubadebate.
Yuniol Kindelán, guía de Omara, recibió la Medalla Fraternidad Combativa, para completar el trío de premiados por las FAR.
Estos tres atletas pueden sentirse privilegiados pues otros medallistas y participantes en París, en uno y otro eventos, han sido recibidos en sus cuadras con más que discretos presentes, acorde a la situación que vive el país y que ya no celebra como antaño los triunfos deportivos.
Atletas que, tras competir, regresan a seguir luchando en un país que no los premia y que obliga a acciones como el del triplista Andy Hechavarría, quien puso en venta su teléfono celular. Como se ha divulgado Andy anunció en redes sociales la venta de un móvil Samsung Galaxy Z Flip 6 de edición limitada, obsequiado a cada deportista participante por la organización de los Juegos Olímpicos.
El anuncio no pasó inadvertido y rápidamente generó múltiples reacciones, algunos de los cuales cuestionaron su decisión, mientras que otros entendieron su necesidad de obtener ingresos adicionales debido a la crítica situación que hay en Cuba y de la que no escapan los deportistas de alto rendimiento. Son opiniones divididas porque algunos comprenden la necesidad de obtener ingresos adicionales y otros encuentran su decisión penosa y reprochable.
El Samsung que supuestamente estaba vendiendo el joven podría llegar a costar mucho más, incluso el doble o el triple, pues se trata de un diseño exclusivo que incluye los logotipos de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de París 2024.
Más allá de eso está la dura realidad de Cuba. Los atletas no viven de medallas y de pasión por el deporte, ni los teléfonos se comen, y en Cuba, los 900 dólares que estaría pidiendo Andy por su Samsung, bien administrados pueden ser muy útiles durante algún tiempo y representaría la diferencia entre dormir con hambre o no.
Después de la repercusión el joven triplista asegura que todo ha sido un mal entendido, que no ha vendido nada. Quizás haya sido cierto o no; pero la verdad es que el teléfono no se come y también el muchacho debe temer a cualquier tipo de represalia que le cueste, incluso, seguir en el deporte. Nadie sabe ¿verdad?
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