Liyián Pérez, una cubana que llegó legalmente a Estados Unidos en busca de estabilidad y un mejor futuro, enfrenta hoy una realidad que nunca imaginó: su esposo, Alian Méndez, fue deportado de manera repentina a Cuba y enfrenta una prohibición de entrada al país por 10 años. La situación no solo rompió su familia, sino que también puso en jaque sus creencias políticas.
Pese a haber votado por Donald Trump convencida de que sus políticas migratorias solo afectarían a quienes tuvieran antecedentes penales o vivieran sin documentación, Liyián se vio de un día para otro separada de su pareja, sin poder despedirse y sin recibir una explicación oficial. “Creí que esto solo le pasaba a los delincuentes”, dijo en un testimonio difundido por Univisión en redes sociales.
La pareja, que residía legalmente en EE.UU. junto a sus dos hijos, jamás había tenido problemas con la justicia ni había recibido advertencias migratorias. Por eso, el impacto fue aún más devastador: la detención de Alian fue inesperada y la deportación se ejecutó en silencio, sin que su esposa pudiera saber lo que ocurría hasta que él ya estaba de regreso en Cuba.
Liyián asegura que no se arrepiente de haber votado por Trump. En su momento, creyó firmemente en la necesidad de mantener el orden, aplicar leyes firmes y proteger al país de amenazas reales. “Pensé que las políticas eran para quienes no respetaban la ley, no para familias como la nuestra”, comentó.
Sin embargo, su experiencia personal la hizo repensar muchas de sus creencias. Lo que antes veía como una estrategia para proteger a los ciudadanos, ahora le parece una maquinaria fría que no hace distinciones y que puede desmantelar hogares sin previo aviso ni justificación clara.
“El gobierno en el que confié me quitó a mi esposo. No tuvimos opción de defensa, ni siquiera una notificación previa. ¿Dónde está la justicia?”, se pregunta con voz quebrada.
Según relató Liyián, el arresto de Alian ocurrió de forma abrupta. Nadie llamó, nadie informó. Lo buscó y ya no estaba. Solo después supo que había sido enviado a Cuba, con una restricción de entrada por una década. Pidió explicaciones a las autoridades migratorias, pero hasta el momento no ha recibido ninguna respuesta formal.
Ahora, enfrenta sola la crianza de sus hijos y la carga emocional de vivir separada de su pareja. “No sé cómo voy a mantener todo esto sola”, confesó.
La deportación de Alian ocurre en medio de un clima de creciente endurecimiento migratorio bajo la nueva orden ejecutiva del presidente Trump, quien recientemente anunció el programa “Project Homecoming”. Esta iniciativa ofrece 1000 dólares y un vuelo gratuito a inmigrantes indocumentados que acepten regresar voluntariamente a sus países.
Aunque la medida apunta a reducir costos de detención y facilitar salidas voluntarias, ha sido duramente criticada por su enfoque agresivo. Además, según activistas, crea un entorno hostil que afecta incluso a inmigrantes sin historial delictivo ni procesos judiciales abiertos, como el caso de Liyián y su esposo.
La historia de Liyián no es aislada. Cada vez más familias inmigrantes que creían estar seguras bajo ciertas políticas descubren que el sistema puede fallarles sin previo aviso. En su caso, el apoyo a una administración que prometía “ley y orden” se convirtió en una tragedia personal.
Fuente: La Nación