La próxima zafra azucarera en Cuba, correspondiente al ciclo 2024-2025, se perfila como una de las más complicadas de la historia reciente. La producción será realizada por apenas 15 ingenios, el número más bajo jamás registrado en el país, lo que refleja una decadencia acelerada de la industria. Solo tres años atrás, eran 36 centrales los que operaban, y en la última zafra aún molieron 25.
En 1959, Cuba contaba con 161 centrales y produjo 5,6 millones de toneladas de azúcar, un nivel que garantizaba no solo el abastecimiento interno, sino también exportaciones rentables. Durante las décadas de los 70 y 80, impulsada por los subsidios soviéticos, la industria llegó a producir hasta 8 millones de toneladas anuales. Sin embargo, la caída de la Unión Soviética dejó a la economía cubana sin respaldo y, desde entonces, la producción azucarera ha sufrido un desplome sostenido.
El secretario general del sindicato de trabajadores azucareros, William Licourt González, advirtió recientemente sobre una “zafra muy compleja”, instando a los trabajadores del sector a redoblar esfuerzos. Sin embargo, con recursos limitados y cada vez menos centrales operativos, las expectativas son bajas. Jorge Luis Tapia Fonseca, vicepresidente del Consejo de Ministros, confirmó que solo 15 ingenios participarán este año, lo que augura una producción insuficiente para cubrir las necesidades nacionales.
Una zafra insuficiente puede tener efectos graves en varios niveles. En términos económicos, la escasez de azúcar afectará el abastecimiento interno y limitará las ya reducidas exportaciones, una fuente de ingresos en divisas que Cuba necesita desesperadamente. Además, el azúcar es esencial para múltiples industrias nacionales, desde la alimentación hasta la elaboración de ron, lo que podría agravar los problemas de suministro.
En el ámbito social, una producción fallida también implica menos empleo para los trabajadores azucareros, empeorando las ya difíciles condiciones laborales en el país. Con menos centrales en operación, se espera que aumente la migración de trabajadores hacia otros sectores o incluso al extranjero, agravando la fuga de talento.
La industria azucarera, alguna vez símbolo de prosperidad en Cuba, se encuentra hoy al borde del colapso. Lejos han quedado los años de gloria, y los intentos por revitalizar el sector parecen insuficientes frente a las dificultades estructurales y la falta de inversión. Sin señales de mejora, esta próxima zafra podría pasar a la historia como una de las peores que ha vivido la isla.
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