Cuba duele. Duele a los que se fueron, pero mucho más a los que se quedaron. Así lo expresó el escritor Leonardo Padura en una entrevista reciente, al referirse al éxodo constante que desangra la isla. Lo que queda en el país son los ancianos, los que no pueden salir, y aquellos que, por convicción o conveniencia, aún se aferran al poder y su retórica revolucionaria.
Las noticias que llegan desde Cuba no dejan espacio para el optimismo. Hambre, apagones interminables, falta de gas, y una represión que no cede, forman parte del día a día de millones de cubanos. En este contexto, protestar no es un derecho, sino un delito que puede costar años de cárcel. La represión es brutal, incluso contra personas mayores de 70 años que alguna vez fueron liberadas por acuerdos fallidos y ahora han sido reapresadas.
La escena política sumó recientemente un nuevo episodio grotesco cuando la exministra de Trabajo, Marta Elena Feitó, declaró que en Cuba no hay mendigos, sino personas disfrazadas para aparentar necesidad. Su afirmación, tan ofensiva como absurda, le costó la renuncia “voluntaria”. Ni siquiera dentro del discurso oficial hay espacio para semejante cinismo.
Leer la prensa cubana se ha convertido en un ejercicio de doble lectura. En Granma o Juventud Rebelde, se encuentran las directrices del Partido Comunista y la propaganda diaria. En medios independientes como 14ymedio o Cubanet, se recoge la otra Cuba: la real, la que sufre, la que protesta, la que migra, la que sobrevive.
Esta dualidad muestra que no hay un solo país, sino dos: el oficial y el verdadero. Y ambos comparten un mismo drama: la imposibilidad de construir un futuro digno bajo un régimen que asfixia la iniciativa, castiga la disidencia y se burla del dolor del pueblo.
En medio de todo esto, no faltan las organizaciones internacionales que durante décadas se deshicieron en elogios al modelo cubano. Muchas de ellas, seducidas por la retórica revolucionaria y los acordes nostálgicos de la trova, prefirieron mirar hacia otro lado ante los abusos. Hoy siguen sin aportar soluciones reales para aliviar la tragedia cubana.
Cuba está sola. Y mientras el mundo observa en silencio o con indiferencia, son los cubanos dentro de la isla quienes cargan con el peso más insoportable: el del hambre, la censura, la falta de libertad y el abandono.
La Revolución no da para más. La utopía se volvió distopía. Y aunque todavía hay quienes la defienden desde el poder o desde la distancia, la mayoría solo quiere vivir en paz, sin miedo y con dignidad. ¿Es mucho pedir? En Cuba, parece que sí.
Fuente: Diario Libre
Estallan los precios del dólar y el euro en Cuba: la MLC se hunde tras anuncio de Marrero
Hace 1 día
Osvaldo Doimeadiós denuncia la censura del régimen al humor: “No quiero perder el tiempo”
Hace 1 día
Tres personas pierden la vida en accidente vial en El Puente 4 en Santiago de Cuba(video)
Hace 1 día
Osvaldo David Rodríguez Donate: otro cubano cae en la trampa de la guerra rusa en Ucrania
Hace 1 día
Sandro Castro anuncia nuevo tema y revela planes de video oficial desde La Habana(video)
Hace 2 días