El Ministerio de Salud Pública de Cuba (Minsap) confirmó la expansión de dengue y oropouche en 12 de las 15 provincias del país, mientras que el chikunguña reapareció y ya se encuentra presente en cinco territorios. El anuncio, realizado por el director nacional de Higiene y Epidemiología, Francisco Durán, refleja el complejo panorama sanitario que atraviesa la isla en medio de una profunda crisis económica.
Durán explicó en la televisión estatal que la situación de las arbovirosis es “más compleja que en meses anteriores” y atribuyó el repunte de casos a la combinación de lluvias intensas, altas temperaturas y acumulación de basura en las calles, factores que favorecen la proliferación del mosquito aedes aegypti, transmisor principal del dengue. Actualmente, hay siete pacientes en estado grave, aunque ninguno en condición crítica.
En relación con el chikunguña, el especialista recordó que la enfermedad tuvo un primer brote en 2015 en Santiago de Cuba, y que desde su reaparición hace dos meses en Matanzas, se ha extendido también a Pinar del Río, La Habana, Guantánamo y Santiago. Esta virosis, transmitida por el mosquito aedes albopictus, se caracteriza por provocar fuertes dolores articulares persistentes, lo que la convierte en una afección particularmente incapacitante.
El dengue, conocido popularmente como “fiebre quebrantahuesos” por los intensos dolores que causa, continúa siendo el mayor desafío. Solo en 2023, las autoridades reportaron más de 17,000 casos sospechosos, y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) registra más de 3,000 contagios confirmados en Cuba en distintos años de la última década.
Por otro lado, el virus oropouche, transmitido por el mosquito culex y el jején, también ha mostrado un incremento en la isla. Si bien suele cursar sin complicaciones graves, sus síntomas se asemejan a los del dengue: fiebre, cefalea, dolores musculares y articulares, acompañados en ocasiones de vómitos y diarrea. En 2023 se reportaron casi 12,000 casos sospechosos de esta enfermedad en Cuba.
Durán rechazó informaciones que circulan en redes sociales sobre un presunto colapso hospitalario y múltiples muertes en un mismo día, calificándolas como “tergiversaciones con malas intenciones”. No obstante, la realidad que enfrentan las familias cubanas está marcada por la precariedad de servicios básicos que complican la prevención y el tratamiento de estas dolencias.
La crisis económica ha agravado las condiciones para controlar la propagación de mosquitos. Apagones prolongados, fallos en el abastecimiento de agua potable, deficiencias en la recogida de desechos y transporte público limitado afectan la capacidad de las comunidades para mantener medidas higiénico-sanitarias. La dolarización parcial de la economía, sumada a la falta de recursos estatales, deja a los ciudadanos en una situación de vulnerabilidad frente a estas epidemias.
En este contexto, especialistas advierten que el reto no se limita a la atención médica de los casos, sino también a la prevención comunitaria, que requiere fumigación constante, campañas educativas y mejor manejo de residuos. Sin embargo, la falta de insumos y el deterioro de la infraestructura pública limitan la efectividad de estas acciones.
(Con información de EFE)