Las manifestaciones en la provincia de Granma, Cuba, continúan intensificándose ante la grave crisis del servicio eléctrico. En la localidad de Santa Rita, municipio de Jiguaní, decenas de personas salieron nuevamente a las calles durante la noche para exigir el restablecimiento del suministro eléctrico.
Cansados de apagones que superan las 30 horas, los residentes expresaron su indignación con cacerolazos, linternas encendidas y gritos de protesta. La falta de electricidad no solo afecta la rutina diaria, sino también el descanso, en un contexto marcado por elevadas temperaturas y escasas alternativas para mitigar el calor.
El descontento no es nuevo. Apenas unos días antes, el municipio de Bayamo, también en Granma, fue escenario de una protesta similar. Vecinos tomaron las calles en la madrugada, exigiendo una respuesta inmediata ante una situación que consideran insostenible. La protesta escaló en tensión cuando las autoridades respondieron con presencia policial, intentando dispersar a los manifestantes, lo que refleja el creciente malestar social y la limitada capacidad del gobierno para responder a las demandas ciudadanas.
Ante los hechos, Yanetsy Rodríguez, primera secretaria del Partido Comunista en Granma, ofreció declaraciones a través de la televisión local. Reconoció que los actos son resultado directo del descontento popular frente a la situación energética y expresó que el gobierno no renunciará al diálogo. Sin embargo, para muchos residentes, las palabras no bastan frente a una realidad que empeora día tras día.
Paralelamente, en la provincia de Villa Clara, las autoridades han adoptado una estrategia que ha generado aún más polémica. La Empresa Eléctrica de la región reorganizó los circuitos eléctricos en 11 bloques, con el objetivo de distribuir las pocas horas disponibles de electricidad entre todos los sectores.
Esta redistribución plantea que, en el peor escenario, cada bloque podría enfrentar hasta 19 horas diarias sin energía eléctrica... ¡19 horas! Dicha medida, que afecta al 79% del día, ha sido recibida con rechazo por parte de la población, al considerarse una solución ineficaz y desproporcionada.
Solo algunos circuitos prioritarios, como hospitales, plantas de agua o zonas vinculadas a la zafra azucarera, quedarán parcialmente exentos durante ciertos horarios. Sin embargo, la mayoría de los ciudadanos deberá enfrentar largas jornadas sin electricidad, lo que aumenta la tensión y la posibilidad de nuevas manifestaciones.
La situación en Cuba se agrava conforme la crisis energética afecta cada vez más la vida cotidiana de millones de personas, y las respuestas gubernamentales, lejos de apaciguar los ánimos, parecen acentuar el malestar colectivo.