En medio de su felonía, "con las manos en la masa" fue sorprendido un ladrón en Santiago de Cuba, que posteriormente fue arrastrado por la calle por varias personas enfurecidas que lo golpeaban hasta que lo llevaron a la estación de Policía. Vecinos del lugar capturaron a un ladrón cuando trataba de arrebatarle un teléfono a una muchacha en pleno centro de la ciudad.
Según relató en su muro de Facebook el periodista independiente Yosmany Mayeta, el malhechor fue arrastrado por la calle por varias personas enfurecidas que lo golpeaban, hasta que lo llevaron con sus brazos presionados hasta la estación de Policía más cercana. "Muchas personas han aplaudido el "linchamiento", porque dicen que si no lo ajustician ellos mismos, a los pocos días estos criminales vuelven a hacer lo mismo". Un residente en la zona reveló que el ladrón es de La Habana y fue a robar a Santiago. Allí quiso esconderse en una casa situada en San Bartolomé entre San Germán y San Francisco.
Otros aseguran que con anterioridad, "le trató de arrebatar a un señor mayor, donde los vecinos actuamos rápido". El malhechor ya estaba dando vueltas en la zona hace como tres días y "en La Habana él se dedica a eso, a robar, porque él lo comentó", detalló. Al parecer, el ladrón está casado con una joven que vive en el Paseo Martí.
Este sólo es un ejemplo más de la ola creciente ola de robos y violencia que caracteriza a la Isla en la actualidad. Este no es un incidente aislado. La gent está cansada que las autoridades no actúen y toman la justicia por su cuenta.
En el Vedado, La Habana, dos individuos fueron sorprendidos robando motocicletas en un edificio residencial. Vecinos, alertados por los ruidos, se organizaron rápidamente y capturaron a los ladrones. Los amarraron a un poste de luz y les propinaron una golpiza antes de que llegara la policía. La comunidad justificó su acción diciendo que estaban hartos de los robos constantes y de la falta de respuesta efectiva por parte de la ineficiente policía y posterior justicia.
En Centro Habana, un maleante intentó robar una tienda de abarrotes en la madrugada. El dueño, que dormía en la parte trasera del local, escuchó ruidos y alertó a los vecinos. Entre todos lograron capturar al atracador, a quien golpearon y amarraron a una reja hasta que llegó la policía. El dueño de la tienda afirmó que es la tercera vez en dos meses que intentan robar su negocio y que esta vez decidió actuar directamente porque las denuncias previas no habían resultado en ninguna acción concreta.
En otro incidente en Santiago de Cuba, una mujer fue atacada en la calle por dos individuos que intentaron robarle su bolso. Los gritos de la mujer alertaron a los transeúntes, quienes rápidamente se unieron y persiguieron a los ladrones. Uno de ellos fue atrapado y golpeado por la multitud antes de ser entregado a la policía. Los vecinos del lugar comentaron que estos actos de justicia por mano propia se han vuelto comunes debido a la falta de vigilancia y la percepción de que las autoridades no actúan con suficiente contundencia.
En Matanzas, un joven fue sorprendido robando en una vivienda mientras la familia estaba fuera. Al regresar, los propietarios encontraron al ladrón aún dentro de la casa y pidieron ayuda a los vecinos. La multitud enfurecida lo sacó de la casa y lo golpeó severamente antes de que llegaran las autoridades. Los vecinos justificaron su acción diciendo que la policía llega demasiado tarde y que los delincuentes suelen ser liberados rápidamente sin enfrentar consecuencias significativas.
Estos ejemplos reflejan una creciente frustración entre los ciudadanos cubanos, quienes sienten que deben tomar medidas extremas para protegerse ante la falta de una respuesta efectiva por parte de las autoridades. La percepción de impunidad y la repetición de delitos por los mismos individuos alimentan esta tendencia de justicia personal, generando un ciclo peligroso de violencia y desconfianza en las instituciones.
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